lunes, 25 de enero de 2010

UCHURACCAY: ¡EL PRECIO DE LA NOTICIA…!


Los mártires de Uchuraccay en una de sus últimas fotos. Quien captó la imagen, completa el grupo de los ocho...


Cuando una persona lee, ve o escucha una noticia por cualquiera de los medios de comunicación existentes, lo hace para conocer los sucesos que ocurren en distintas partes del mundo.

No obstante, muy pocas veces se entera de las fases que deben cumplirse para recolectar, evaluar y procesar una información.

Existen múltiples formas de conseguir los datos para desarrollar esa tarea. Puede ser asistiendo a una conferencia de prensa, en una entrevista, cubriendo un hecho deportivo, policial o, tal vez, un simple informe o boletín oficial.

Sin embargo, hay hechos que exigen una minuciosa investigación de las fuentes y el periodista está en la obligación de buscar la información en el lugar donde se encuentra.

Esto motiva el desplazamiento a zonas de catástrofes o en conflicto que se cubren a través de enviados especiales o corresponsales.

En este caso, el panorama cambia por completo para el hombre de prensa por el riesgo que debe afrontar en el afán de capturar los datos que servirán para estructurar la nota.

Fue aquel el reto que debieron hacer frente ocho periodistas peruanos durante la oscura etapa de la violencia subversiva en el ande.

En esa época difícil y conflictiva tuvieron que trasladarse al lejano e inhóspito paraje andino de Uchuraccay, enclavado en la provincia de Huanta, Ayacucho.

La misión periodística planteada en la sala de redacción fue cubrir los últimos acontecimientos que no estaban muy esclarecidos, producidos en la agitada zona

Realizados los preparativos, se alistó la partida. El grupo estaba conformado por reporteros y fotógrafos pertenecientes a diferentes medios.

Todo salió de acuerdo a lo programado. Fatalmente, la tarde del 26 de enero de 1983, la comitiva se encontró con un grueso grupo de personas.

Desacuerdos, desconocimiento de la labor informativa y problemas idiomáticos, motivaron que sean apresados y ajusticiados.

Tuvo que transcurrir un tiempo para hallar sus cuerpos. Jamás se identificó, ni sancionó a los culpables.

Willy Retto y Jorge Luís Mendívil, de El Observador, Eduardo de la Piniella, Pedro Sánchez y Félix Gavilán de Marka, Jorge Sedano de La República, Amador García, de Oiga y Octavio Infante, de Noticias de Ayacucho, perdieron la vida en aquella oportunidad.

La historia del periodismo peruano ha perennizado sus nombres y los reconoce como “Los Mártires de Uchuraccay”.

Ellos simbolizan la entrega, arrojo, dedicación y persistencia en la búsqueda incesante de la verdad informativa en el mismo núcleo de los acontecimientos al extremo de costarles la propia existencia.
Al mismo, tiempo constituyen la muestra palpable del altísimo costo que, en ocasiones, puede significar la indagación de una noticia…

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