lunes, 11 de enero de 2010

¿QUÉ PASA CON LA JUVENTUD PERUANA…?

Hermosos frisos reconstruidos de la huaca del Dragón. Una parte de ese complejo arqueológico sufrió el inexplicable atentado de varios jóvenes peruanos...


El rechazo público generalizado quedó manifestado a raíz de la vergonzosa acción vandálica cometida por estudiantes capitalinos contra una pared reconstruida en la huaca del Dragón perteneciente al Complejo Arqueológico de Chan Chan.

De manera inexplicable los adolescentes filmaron y colgaron en la red aquello que sólo puede ser considerado como un atentado contra el Patrimonio Cultural del Perú y la Humanidad.

El pronunciamiento de repudio partió del Instituto Nacional de Cultura al director del centro educativo que alberga a los jóvenes, incluyendo sus profesores y llegó hasta el mismo Presidente.

El primer mandatario calificó la actitud como “deplorable” agregando que debe caer sobre los culpables todo el peso de la ley.

Textualmente pronunció que “también deben ser sancionados quienes viviendo en la misma casa con la autoridad del padre y la madre permiten que el hijo se entregue a las drogas, las barras bravas y la violencia”.

Y no le falta razón, porque la experiencia demuestra que valiéndose que son menores de edad, muchos jóvenes de deficiente formación moral, resultan convencidos para cometer actos delictivos.

En estos casos, parte de la responsabilidad recae directamente en los progenitores que no han sabido inculcar los principios de honestidad, valoración de la propiedad ajena y veneración del patrimonio nacional.

Es conveniente recordar que la base de la educación de toda persona es la familia y los padres tienen una delicada e ineludible labor que cumplir en ese sentido.

Si se quiebra el principio de obediencia y respeto en el seno familiar, es indudable que la sociedad estará perdiendo gran parte de su esencia.

Mucho más si la educación no se consolida como se espera en los planteles con la conveniente orientación impartida por los profesores y donde hace tiempo se eliminó, de manera inexplicable, la asignatura de Educación Cívica.

En esto tiene mucho que ver la calidad de la enseñanza que se brinda a los niños y jóvenes en el Perú, donde las estadísticas nos relegan a los últimos lugares en comparación con el resto de países del continente.

No encontramos otra explicación a lo sucedido con el atentado contra los monumentos arqueológicos prehispánicos que comentamos.

Así mismo que, en anterior oportunidad, una regordeta vedette haya osado sentarse desnuda sobre la Bandera Nacional montada en un caballo, sin que se le sancione a ella, ni a la editorial responsable.

Conciencia cívica no sólo se hace lanzando vivas al Perú con groserías, ni diciendo que la música nacional es la mejor del mundo, sino demostrando el amor a lo nuestro, aún diciendo a los menores que jamás deben rayar las paredes.

¿Han visto en algún vehículo de transporte público atestado de pasajeros que un adolescente ceda el asiento a una señora en estado de gestación o a un anciano…?

Recordemos que el saludo, el agradecimiento, la cortesía, entre otros aspectos, brotan en el hogar y se manifiestan en todo instante, porque llegan a formar parte de quien tuvo la suerte de ser formado correctamente.

En conclusión, atentar contra las demás personas, la propiedad privada o el patrimonio nacional son simplemente actos delincuenciales que deben ser sancionados como tales.

En el caso del atentado contra los frisos del Dragón, todos están comprometidos, incluyendo los padres, quienes también deben ser sancionados para que sirva de escarnio a quienes descuiden su verdadera misión de progenitores…

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