Cada vez que escuchamos hablar al Presidente que nuestra economía es una de las más estables de América Latina y que nuestro crecimiento continúa imparable, miramos alrededor tratando de encontrar alguna muestra de sus palabras.
Y nos estrellamos con la misma realidad de siempre. Nada ha cambiado. Al contrario, los productos de primera necesidad aumentan cada día su precio, casi silenciosamente.
Es decir que todo lo que el jefe de estado manifiesta no se traduce de manera palpable en el bolsillo de la gente común y corriente en el instante de comprar.
La razón se basa en que, a pesar de elevarse el valor de los pasajes, el precio de pan, el kerosene y demás artículos básicos, el salario de los trabajadores se mantiene inalterable.
Ese cruel padecimiento del pueblo peruano lo acaba de revelar el estudio Panorama Laboral 2009 presentado por la Organización Internacional del Trabajo.
Señala que, desde enero del 2008, el sueldo mínimo vital en el Perú no ha sido reajustado, pese a haberse producido un serio deterioro de los niveles económicos reales.
El importante organismo sostiene que el sistema de remuneraciones que existe en nuestro medio está por debajo del promedio de la región y recomienda la necesidad de reajustarlo de inmediato.
La OIT reconoce oficialmente que en los últimos años la población peruana experimentó una evidente y lamentable pérdida de su poder adquisitivo.
Por su parte, un experto aconseja que los reajustes deben ser graduales y en base a una periodicidad regular y no esperar dos o tres años, porque la carencia acumulada puede crecer.
Añade que en Latinoamérica la mayoría de naciones cumple con reajustar el sueldo básico en obedeciendo esos criterios, sin embargo un grupo reducido de países, entre los que se encuentra el Perú (?), no lo hace.
Así se explica por qué las amas de casa reclaman con frecuencia que el dinero que reciben para preparar los alimentos y atender las necesidades básicas del hogar les alcanza menos.
También que el promocionado desarrollo que pregona el mandatario sólo se patentiza en reducidos grupos de poder o empresariales, generando el descontento popular.
Se espera que el llamado de atención formulado por la OIT al gobierno peruano sea acogido de inmediato atendiendo el clamor de las mayorías más necesitadas.
El reajuste debe extenderse al apreciable sector de los cesantes y jubilados cuyas remuneraciones se encuentran congeladas desde el siglo pasado, aunque parezca una exageración.
Quienes dieron su vida trabajando en los diversos estamentos del sector estatal merecen un reintegro especial, pues representan el grupo humano olvidado por todos los gobiernos, sin excepción.
Señor Presidente, ministros y congresistas dejen de soñar y reajusten el salario mínimo vital tratando de extirpar ese triste privilegio de habernos convertido en el país con las peores remuneraciones de la región…
Y nos estrellamos con la misma realidad de siempre. Nada ha cambiado. Al contrario, los productos de primera necesidad aumentan cada día su precio, casi silenciosamente.
Es decir que todo lo que el jefe de estado manifiesta no se traduce de manera palpable en el bolsillo de la gente común y corriente en el instante de comprar.
La razón se basa en que, a pesar de elevarse el valor de los pasajes, el precio de pan, el kerosene y demás artículos básicos, el salario de los trabajadores se mantiene inalterable.
Ese cruel padecimiento del pueblo peruano lo acaba de revelar el estudio Panorama Laboral 2009 presentado por la Organización Internacional del Trabajo.
Señala que, desde enero del 2008, el sueldo mínimo vital en el Perú no ha sido reajustado, pese a haberse producido un serio deterioro de los niveles económicos reales.
El importante organismo sostiene que el sistema de remuneraciones que existe en nuestro medio está por debajo del promedio de la región y recomienda la necesidad de reajustarlo de inmediato.
La OIT reconoce oficialmente que en los últimos años la población peruana experimentó una evidente y lamentable pérdida de su poder adquisitivo.
Por su parte, un experto aconseja que los reajustes deben ser graduales y en base a una periodicidad regular y no esperar dos o tres años, porque la carencia acumulada puede crecer.
Añade que en Latinoamérica la mayoría de naciones cumple con reajustar el sueldo básico en obedeciendo esos criterios, sin embargo un grupo reducido de países, entre los que se encuentra el Perú (?), no lo hace.
Así se explica por qué las amas de casa reclaman con frecuencia que el dinero que reciben para preparar los alimentos y atender las necesidades básicas del hogar les alcanza menos.
También que el promocionado desarrollo que pregona el mandatario sólo se patentiza en reducidos grupos de poder o empresariales, generando el descontento popular.
Se espera que el llamado de atención formulado por la OIT al gobierno peruano sea acogido de inmediato atendiendo el clamor de las mayorías más necesitadas.
El reajuste debe extenderse al apreciable sector de los cesantes y jubilados cuyas remuneraciones se encuentran congeladas desde el siglo pasado, aunque parezca una exageración.
Quienes dieron su vida trabajando en los diversos estamentos del sector estatal merecen un reintegro especial, pues representan el grupo humano olvidado por todos los gobiernos, sin excepción.
Señor Presidente, ministros y congresistas dejen de soñar y reajusten el salario mínimo vital tratando de extirpar ese triste privilegio de habernos convertido en el país con las peores remuneraciones de la región…
No hay comentarios:
Publicar un comentario