domingo, 16 de mayo de 2010

¡TODOS VAN A QUERER QUE LES REGALE UN ATAÚD…!


El encuentro con los antiguos colegas de Satélite sirvió para evocar anécdotas. Lorenzo Kcomt, su director-fundador nos conmovió e hizo reir con la que evocamos...








Los buenos compañeros de trabajo nunca se olvidan.

El fin de semana pasado hubo ocasión de compartir con algunos de ellos. Con quienes laboramos mucho tiempo en la sala de redacción del vespertino Satélite.

Elder Lázaro Villacorta, uno de los más destacados periodistas deportivos de Trujillo, tiene un proyecto y programó una actividad para concretarlo.

Un día antes me encontré, en el salón consistorial del municipio, con Lorenzo Kcomt Kooseng, director-fundador del periódico de la tarde, el único que existe en el país.

Le hablé sobre la invitación de Elder y contestó que lo había visto, pero que no le comentó nada. De todas maneras, ofreció acudir.

La cita fue en el local del Centro Federado de Periodistas del Perú, filial La Libertad, ubicado en la urbanización Santa Inés, donde nos encontramos con su hermano Julio, Felipe Apaza Amador, el "Pecoso" Hidalgo Saavedra, Simón Zapata y otros colegas más.

Asistí acompañado de mi esposa. Al ingresar, luego de saludarnos, el anfitrión manifestó: Allí está el “Chino” Loli (como le llamábamos a Lorenzo por la librería que tenían sus padres en la calle Gamarra), dice que ha venido por ti”.

En efecto, de inmediato iniciamos una interminable y muy amena conversación relacionada con nuestras vivencias en Satélite.
Mi compañera de toda la vida, a quien conocí cuando ambos trabajábamos en el diario La Industria, de la misma empresa, también trabó amistad con Lorenzo en esa época, así que la charla se hizo mucho más agradable.

Recordamos que el vespertino apareció en un tiempo que existían varias publicaciones que salían después del mediodía. La competencia era muy fuerte.

Es el caso de Última Hora, La Tercera de La Crónica, El Comercio Gráfico y Extra, entre otras, actualmente desaparecidas.

Y entre tantas anécdotas, Loli recordó que cierto día el vigilante lo llamó, pues una persona quería hablar con él.

Aunque estaba ocupado, decidió salir y en la puerta de rejas de la casa editora se encontró con un hombre que cargaba un bulto.

El sujeto manifestó que necesitaba ayuda urgente, luego de observar que, en un rincón del patio, habían algunas tablas arrumadas.

-- Mi hijo ha muerto y no tengo dinero. ¿Me podría regalar esas maderas para montar el ataúd de mi niño…? alcanzó a decir entre lágrimas:

-- ¿Dónde está tu hijo…? preguntó.

-- Aquí lo tengo entre mis brazos, contestó tembloroso, intentando abrir la manta que lo cubría.

Sin ocultar su sorpresa, Lorenzo llamó de inmediato a su amigo gerente de la funeraria Jaramillo, que funcionaba en la sexta cuadra del jirón Independencia, donde ahora es un velatorio, frente al antiguo local del colegio San Juan.

Le contó sobre el problema.

-- Oye hermano, aquí tengo a un hombre cuyo hijo ha fallecido y no tiene dinero para comprar el féretro. ¿Puedes ayudarlo…?

-- Claro Chino, dile que venga de inmediato. Ya tiene su caja.

Como era de esperar, Loli preguntó sobre la posibilidad de publicar una nota en Satélite revelando la generosidad del empresario, a lo que éste refutó:

¡Nooo hue…, sino todo el mundo va a venir a que le regale un cajón…!

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