La etapa más aciaga del Perú en el siglo pasado fue originada por la infausta acción de grupos terroristas que causaron miles de muertos e inválidos.
Se trata del período más oscuro de nuestra historia cuyas heridas aún no han sido cicatrizadas y tardarán mucho tiempo más para curarse.
A consecuencia de este funesto acontecimiento, en la actualidad hay familias destruidas y permanecen recluidos numerosos activistas, incluso militares.
Como es de conocimiento público, las sanciones aplicadas en su momento a los culpables de esos desafortunados sucesos, fueron severas.
Entre esas medidas se estableció que, los condenados por terrorismo no podían someterse a los beneficios penitenciarios que se aplican a los reos comunes.
Fatalmente, el gobierno anterior, cometiendo un imperdonable desacierto, aprobó un decreto que les otorgó esa facultad.
Y los resultados están a la vista de todos. Acogiéndose a esa insólita prerrogativa, se acaba de liberar a una persona que estuvo implicada directamente en los actos subversivos.
Ahora sólo se le exige cumplir una serie de condiciones y reglas de conducta que deben ser controladas por
No obstante, coincidiendo con su liberación, se exhiben las pruebas de sus agresivas arengas, posiblemente causantes de innumerables inocentes víctimas.
Tal vez sea esa la razón por la cual las familias que viven en las inmediaciones de su costoso departamento alquilado, desconociéndose con qué dinero está financiado, rechazan tenerla como vecina.
Así como se opone la gran mayoría de los peruanos, ciñéndonos a los datos recopilados en las primeras encuestas.
No faltan quienes solicitan tolerancia ante el caso, no obstante que la mayoría estima que es imposible soportar su cercana presencia.
Eso queda demostrado en la apelación a la decisión de libertad condicional de parte del ministerio Público y
Existe una tercera opción, defendida por entes representativos y autoridades, que exige la expulsión del país lo que, según sus impulsores, terminará con el problema.
Contrariamente a lo que declaró el Presidente, la liberación de la ex subversiva norteamericana, constttuye un claro precedente que abre el camino que ya siguen otros detenidos.
Por lo pronto, más de un centenar han pedido ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos ser liberados argumentando irregularidades en sus juicios.
El temor manifiesto de la población se justifica, pues la sociedad peruana no está preparada para convivir con quienes se acojan a la ley, porque duele recordar el elevado precio que tuvimos que pagar para recobrar el orden y la paz que ahora gozamos...
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