Mientras por un lado se informa que la economía nacional crece paulatinamente y que algunos peruanos dejaron de ser pobres, existen signos que demuestran que, en otros aspectos, seguimos atrasados.
Ahora que nos encontramos en plena etapa pre electoral para los cargos regionales y municipales, emergen los mismos errores de siempre.
Estas acciones adversas se vinculan en forma directa con la propaganda política que, pese a existir normas sobre el particular, no se respetan, ni se sanciona.
Y de manera indiscriminada se pinta y colocan afiches, paneles, banners, pancartas y todo aquello que se pueda imaginar en lugares prohibidos. Sin el menor respeto a la autoridad, ni a la ciudadanía.
Paredes de propiedad privada, muros y hasta postes telefónicos y del alumbrado público sirven para pegar impresos con nombres, partidos y rasgos caracteristicos de los candidatos.
Los lugares preferenciales son los más disputados. Justo es allí donde los equipos de campaña hasta tienen la osadía de instalar sus carteles encima de los posibles “rivales”.
Existe entre esos grupos una especie de competencia en torno a quien mancilla más el rostro de Trujillo.
El panorama general es deprimente. La imagen de la ciudad empapelada de rostros de todo color y extensión, nos hace retroceder años.
Todo lo contrario a lo que ocurre en otros países. Como el caso de Japón, donde el orden y el respeto a las leyes permiten que las actividades se desarrollen en un ambiente de admirable armonía.
En época electoral, los candidatos sólo utilizan los paneles instalados por el municipio en lugares estretégicos de los centros poblados de mayor y menor densidad.
Se trata de una estructura metálica, dividida en espacios numerados, cuya nomenclatura es otorgada a cada agrupación política.
Como clara demostración de imparcialidad, el área destinada posee exactamente el mismo tamaño para todos: No hay excepción para nadie.
Corresponde a los responsables de las campañas electorales indagar con anticipación sobre el número signado y emplearlo en el momento adecuado.
Según lo establecido, la propaganda únicamente podrá ser pegada en el espacio nominado.
No cumplir, es exponerse a sanciones económicas y morales, tan arraigadas en esa progresista nación, aparte de la inhabilitación del postulante al cargo que pretende ocupar.
En Trujillo y el Perú entero, no hay nada que crear. Basta sólo con imitar este ejemplar comportamiento electoral dirigido a preservar el ornato de las ciudades y mantener su inmaculada prestancia…
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