Este título que podría parecer el eslogan de una compañía de taxis, es consecuencia de la alarmante proliferación de esas unidades móviles en Trujillo
Debemos aceptar que la presencia de tantos vehículos ha dado lugar a un nuevo fenómeno social.
En cualquier parte de la ciudad donde usted camine con prisa, casi siempre habrá un auto de servicio público que lo espere o se detenga.
Lo raro es que los conductores adoptan esa actitud sin que el transeúnte lo haya llamado y ni siquiera movido un solo dedo.
Usted recién se dará cuenta cuando observe que, al pasar cerca, el piloto frunza el seño, revelando su incomodidad y continúa su recorrido.
Este comportamiento obedece a que esos autos cuando están vacíos transitan exageradamente despacio, habiendo adoptado la pésima costumbre de sonar con insistencia el claxon porque no se aplican las sanciones estipuladas.
Ocurre lo contrario en momentos que son ocupados. En ese caso, la mayoría, emprende un veloz recorrido.
Entonces, ya están advertidos.
Cada vez que decida desplazarse en forma apresurada, no se sorprenda que de improviso se detenga súbitamente un taxista invitándolo a subir, aunque no lo necesite…
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