Corrían las décadas del sesenta y setenta en Trujillo.
Los jóvenes de hoy aún no habían nacido, así que no están en condiciones de dar crédito sobre lo que decimos.
El ambiente musical de entonces lo disputaban el rock lento, llamado después balada, el bolero y la guaracha.
Todas las reuniones populares eran animadas por esta última, combinada con algunas cumbias y merengues, mientras que los primeros copaban el ritmo romántico.
La balada, que hasta ahora se escucha en emisoras exclusivas, era preferida por un gran porcentaje de la población.
El otro grupo mayoritario se inclinaba por el bolero que tuvo numerosos y destacados cultores en nuestro medio.
Entre ellos emerge por méritos propios Lucho Barrios con versiones referidas al amor perdido, en engaño amoroso o la frustración paternal.
Pronto comenzaron a circular sus temas en discos de cuarenta y cinco revoluciones y long plays que se escuchaban en gigantescas consolas.
Su tono bohemio y trasnochador se introdujo fácilmente en los bares, cantinas y lupanares.
Por eso los parroquianos se acostumbraron a beber unas cervezas teniendo como música de fondo sus lastimeras melodías.
Y ese fue el origen de su gran popularidad que, incluso, superó las fronteras.
Muchos amores nacieron y se disolvieron al compás de sus versos cargados de profundo sentimiento.
Lucho combinó sus giras al interior del país con prolongados viajes al extranjero siendo aclamado por miles de simpatizantes.
Sin embargo, fue en el hermano país de Chile donde, después del Perú, alcanzó el mayor número de seguidores, al extremo que quieren que sus restos sean enterrados en esa tierra.
Lucho Barrios, tal vez el más sensible y carismático cantor del pueblo, dejó de existir la mañana de ayer en Lima.
Como era de suponer, la mayoría de emisoras, canales de televisión y hasta ediciones virtuales, difundieron sus canciones a manera de homenaje.
Sin proponérselo, nos hicieron retroceder en el tiempo, cuando el bolero se escuchaba a cada instante y se bailaba en todas las fiestas.
Todo por Lucho Barrios quien nos dejó ayer para siempre.
¡Adiós Lucho...! ¡Adiós, rey del bolero cantinero…!
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