Las "barras bravas" hacen mucho daño al fútbol peruano...
Hace poco más de una semana caminaba, conjuntamente con mi esposa, cerca del estadio Mansiche de Trujillo que iba a ser escenario de un encuentro de fútbol.
Universitario de Deportes de Lima, varias veces campeón nacional, jugaba ante el representativo local César Vallejo, que al final ganó.
Faltaban aún varias horas para el match cuando, a lo lejos, vimos una gran cantidad de jóvenes que, con banderolas en mano, avanzaban lanzando gritos por el centro de vía.
De improviso, se acercaron dos efectivos de la policía y nos recomendaron cambiar de ruta. “Es mejor, porque pueden robarles o ser lastimados…”, pronunciaron.
Sorprendidos, optamos por obedecer, sin dejar de volver la mirada atrás, a manera de precaución, cada cierto tiempo. Tal vez alguno podría seguirnos.
Este fin de semana, jugó el mismo elenco en Lima con el José Gálvez de Chimbote y unos dos mil hinchas del equipo crema se enfrentaron entre sí en las tribunas.
La policía trató de calmar los ánimos, pero fueron repelidos al ser acusados de haber entregado la bandera del club a su eterno contrincante: Alianza Lima.
Nueve gendarmes resultaron heridos y ocho hinchas fueron conducidos a la comisaría.
Los disturbios se prolongaron a los exteriores donde se rompieron los cristales de un vehículo policial y nueve particulares, que también fueron objeto de robos.
No es la primera vez que se producen sucesos luctuosos de esta categoría. En anteriores oportunidades los fanáticos se enfrentaron en las calles y causaron destrozos en las viviendas de los lugares por donde se trasladaban.
La inexplicable agresividad de los aficionados ha derivado en que sean denominados como “barras bravas”.
Es que en algunas ocasiones utilizan cuchillos y armas. Atacan a la gente originando heridos y hasta muertes.
Se ha comprobado que, en ciertos casos, albergan peligrosas pandillas juveniles cuyo objetivo es asaltar, robar y hasta causar homicidios.
Lamentable que grupos violentos, como los mencionados, existan en el Perú vinculados al fútbol que atraviesa por una situación de precariedad alarmante.
Desde hace muchos años, no le ganamos a casi nadie en la Copa Libertadores y, para mala suerte, en las eliminatorias del Mundial Sudáfrica 2010, estamos últimos.
En esas condiciones de pobreza futbolística, resulta ridículo estar peleándose entre sí o con los aficionados de otros equipos. Mucho menos hacer daño a la ciudadanía.
Un sincero llamado a la conciencia de los verdaderos simpatizantes para que denuncien a los posibles delincuentes que se infiltren en sus filas con la finalidad de causar daño.
Y guardar la compostura debida. Que todo sea por el bien del fútbol peruano…
Universitario de Deportes de Lima, varias veces campeón nacional, jugaba ante el representativo local César Vallejo, que al final ganó.
Faltaban aún varias horas para el match cuando, a lo lejos, vimos una gran cantidad de jóvenes que, con banderolas en mano, avanzaban lanzando gritos por el centro de vía.
De improviso, se acercaron dos efectivos de la policía y nos recomendaron cambiar de ruta. “Es mejor, porque pueden robarles o ser lastimados…”, pronunciaron.
Sorprendidos, optamos por obedecer, sin dejar de volver la mirada atrás, a manera de precaución, cada cierto tiempo. Tal vez alguno podría seguirnos.
Este fin de semana, jugó el mismo elenco en Lima con el José Gálvez de Chimbote y unos dos mil hinchas del equipo crema se enfrentaron entre sí en las tribunas.
La policía trató de calmar los ánimos, pero fueron repelidos al ser acusados de haber entregado la bandera del club a su eterno contrincante: Alianza Lima.
Nueve gendarmes resultaron heridos y ocho hinchas fueron conducidos a la comisaría.
Los disturbios se prolongaron a los exteriores donde se rompieron los cristales de un vehículo policial y nueve particulares, que también fueron objeto de robos.
No es la primera vez que se producen sucesos luctuosos de esta categoría. En anteriores oportunidades los fanáticos se enfrentaron en las calles y causaron destrozos en las viviendas de los lugares por donde se trasladaban.
La inexplicable agresividad de los aficionados ha derivado en que sean denominados como “barras bravas”.
Es que en algunas ocasiones utilizan cuchillos y armas. Atacan a la gente originando heridos y hasta muertes.
Se ha comprobado que, en ciertos casos, albergan peligrosas pandillas juveniles cuyo objetivo es asaltar, robar y hasta causar homicidios.
Lamentable que grupos violentos, como los mencionados, existan en el Perú vinculados al fútbol que atraviesa por una situación de precariedad alarmante.
Desde hace muchos años, no le ganamos a casi nadie en la Copa Libertadores y, para mala suerte, en las eliminatorias del Mundial Sudáfrica 2010, estamos últimos.
En esas condiciones de pobreza futbolística, resulta ridículo estar peleándose entre sí o con los aficionados de otros equipos. Mucho menos hacer daño a la ciudadanía.
Un sincero llamado a la conciencia de los verdaderos simpatizantes para que denuncien a los posibles delincuentes que se infiltren en sus filas con la finalidad de causar daño.
Y guardar la compostura debida. Que todo sea por el bien del fútbol peruano…
No hay comentarios:
Publicar un comentario