Vapuleada hasta la exageración, la sirena será trasladada a otro lugar...
Sin lugar a dudas, ninguna obra escultórica ha sido tan maltratada, vapuleada o vilipendiada, como la sirena de la avenida Larco. La ruta que une Trujillo con el tradicional balneario de Buenos Aires.
Grotesca, impúdica, voluptuosa, desproporcionada. Han sido algunos de los conceptos vertidos sobre la figura de la bella mujer perennizada por la mitología griega y las narraciones fantásticas.
La escultura, que representa a una joven con cola de pez, fue motivo de numerosos adjetivos adversos relacionados con su rostro, cabello y hasta glúteos.
Hace un tiempo, una autoridad municipal tuvo la idea de colocar la polémica obra en pleno centro de la vía, marcando el ingreso a su distrito.
Mientras unos la celebraron, otros se dedicaron a difundir comentarios contrarios, al extremo de manifestar que constituía una falta de respeto a la mujer trujillana.
Se solicitó la opinión de especialistas en arte y urbanidad. Sus conclusiones fueron igualmente compartidas. A favor y en contra.
Sin embargo, la más ácida crítica provino de parte los vecinos de la zona. Ellos fueron sus principales detractores.
Mantuvieron una seria actitud de rechazo que exigía, incluso, su retiro. Para ellos, era una especie de atentado al pudor y mucho más.
La controvertida ninfa será trasladada a otro lugar. Los trabajos para desprenderla de su ancha base de cemento, concluyeron.
Dicen que será conducida más cerca al mar. Su ambiente natural y perpetuo.
Pero, el espacio que ocupaba no quedará libre. Como si el área hubiese sido mancillada por la deshonra, ahora debe ser “purificado”.
El sólido pedestal donde la sílfide apoyaba sus posaderas, en adelante sostendrá la venerada efigie de una virgen.
Los moradores de los alrededores consideran que la presencia de la divinidad bendecirá la vecindad. Otros se resisten aceptar que dejarán de admirarla.
Lo cierto es que la náyade desaparecerá de la transitada arteria para siempre. Será llevada a un estanque, donde se espera que la brisa marina no corroa su estructura
Ha surgido una tercera opción. Sugiere que no se coloque ningún monumento en medio de la cinta asfáltica, por ser motivo de distracción.
Sus defensores opinan que debe instalarse un semáforo para regular el tránsito vehicular.
No obstante, la decisión está tomada. Irá la sagrada imagen. Retirar una y ubicar la otra requiere esfuerzo, tiempo y dinero que podía emplearse en tantas obras. Pero, no importa.
Dentro de muy poco, no la veremos nunca más en su lugar acostumbrado. ¡Adiós, sirena…! ¡Adiós…!
Grotesca, impúdica, voluptuosa, desproporcionada. Han sido algunos de los conceptos vertidos sobre la figura de la bella mujer perennizada por la mitología griega y las narraciones fantásticas.
La escultura, que representa a una joven con cola de pez, fue motivo de numerosos adjetivos adversos relacionados con su rostro, cabello y hasta glúteos.
Hace un tiempo, una autoridad municipal tuvo la idea de colocar la polémica obra en pleno centro de la vía, marcando el ingreso a su distrito.
Mientras unos la celebraron, otros se dedicaron a difundir comentarios contrarios, al extremo de manifestar que constituía una falta de respeto a la mujer trujillana.
Se solicitó la opinión de especialistas en arte y urbanidad. Sus conclusiones fueron igualmente compartidas. A favor y en contra.
Sin embargo, la más ácida crítica provino de parte los vecinos de la zona. Ellos fueron sus principales detractores.
Mantuvieron una seria actitud de rechazo que exigía, incluso, su retiro. Para ellos, era una especie de atentado al pudor y mucho más.
La controvertida ninfa será trasladada a otro lugar. Los trabajos para desprenderla de su ancha base de cemento, concluyeron.
Dicen que será conducida más cerca al mar. Su ambiente natural y perpetuo.
Pero, el espacio que ocupaba no quedará libre. Como si el área hubiese sido mancillada por la deshonra, ahora debe ser “purificado”.
El sólido pedestal donde la sílfide apoyaba sus posaderas, en adelante sostendrá la venerada efigie de una virgen.
Los moradores de los alrededores consideran que la presencia de la divinidad bendecirá la vecindad. Otros se resisten aceptar que dejarán de admirarla.
Lo cierto es que la náyade desaparecerá de la transitada arteria para siempre. Será llevada a un estanque, donde se espera que la brisa marina no corroa su estructura
Ha surgido una tercera opción. Sugiere que no se coloque ningún monumento en medio de la cinta asfáltica, por ser motivo de distracción.
Sus defensores opinan que debe instalarse un semáforo para regular el tránsito vehicular.
No obstante, la decisión está tomada. Irá la sagrada imagen. Retirar una y ubicar la otra requiere esfuerzo, tiempo y dinero que podía emplearse en tantas obras. Pero, no importa.
Dentro de muy poco, no la veremos nunca más en su lugar acostumbrado. ¡Adiós, sirena…! ¡Adiós…!
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