El arquero se eleva de manera espectacular, pero no puede impedir el gol. Ser guardavallas en el fútbol, ¿Es un privilegio o una desventura...?
El fútbol, pasión de multitudes, se juega con once integrantes por equipo.
Del grupo, diez visten el mismo color de camiseta, pantalón corto y medias. Sólo están diferenciados por el número que llevan en la espalda.
El player restante, que es el arquero, luce matices diferentes al resto de sus compañeros. Tan distintos, que puede ser identificado de inmediato.
Hay otra variación notable. Todos movilizan el balón con los pies y él es el único que puede hacerlo igual y además, con ambas manos.
Tiene una función privilegiada, pues si cualquier otro toca la pelota con las extremidades superiores, será sancionado con una falta en contra.
Sin embargo, ahí no queda todo. Con la finalidad de evitar que su valla sea vulnerada, puede adoptar todas las posiciones imaginadas.
Especialmente posee la ventaja de lanzarse por el aire, con todo el impulso capaz de otorgarle sus piernas, para atrapar el valor.
El guardavallas de un equipo de fútbol tiene la facultad de adoptar la postura que se le antoje con tal de lograr su objetivo cumbre: evitar el gol.
Con esa atribución queda en él, deslizarse en el espacio con elegancia, atrapar el balón, caer al gramado con estilo y ganarse el aplauso del público.
Aunque algunos especialistas digan que es falla de quien dispara, el guardapalos logra tocar casi el firmamento, cuando detiene un penal. La pena máxima.
Para ello, debe concentrarse al máximo, “estudiar” al rival, ganarlo sicológicamente o a través de sus movimientos y encomendarse a la suerte o, tal vez, a Dios.
Fatalmente, cuando podríamos pensar que el fútbol fue inventado para el lucimiento de los guardametas, debemos hacer hincapié en sus desdichas.
Lo peor que le puede suceder es que le conviertan un gol entre las piernas, se le escurra la redonda de las manos o sea vencido de manera inocente.
Es posible que desee que la “tierra se lo trague”, cuando su homólogo, el golero contrario, le anote un gol de arco a arco. De un extremo a otro de la cancha. Parece imposible, pero ocurre.
Como ocurrirán tantas jugadas raras e imprevistas originadas en la disputa del balón, que es la esencia de esta práctica.
Un deporte que ha sido catalogado Rey, por tener la virtud de entusiasmar tribunas, conmover masas y hasta involucrar el honor de las naciones.
Todo porque once personas corren tratando de introducir la pelota en un arco y otros once, por evitarlo. Muchos dirán que es una tontería como tantas. Pero se equivocan.
Porque así es el fútbol. Sólo el fútbol. ¡Pasión de multitudes…!
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