La ciudad de Tokio, capital de Japón, está atravesada por un enjambre de líneas férreas sobre la superficie y subterráneos.
En los primeros destaca el Yamanote, que rodea el corazón de la metrópoli, en un excelente servicio de iday vuelta simultánea.
Igualmente una serie de redes que van a todos los rincones del archipiélago, entre los que destaca el fabuloso Shinkansen o tren bala.
Y, entre los construidos en el subsuelo está el metro que lleva a distintos puntos de la gran ciudad y lugares cercanos.
La espera no es muy prolongada, pues la frecuencia de los vagones está estructurada para favorecer a los usuarios.
Sin embargo, los instantes dedicados a aguardar no son perdidos. Por lo menos entre los jóvenes.
Tal como lo muestra la vista en que unas chicas se entretienen con la infinidad de juegos que poseen los celulares o keitai, como se les llama en Japón y que, etimológicamente, quiere decir: "llevar algo consigo" .
Otras, prefieren dedicarse a la lectura, mientras que un tercer grupo escucha la música de su preferencia a través de sus audífonos.
Después de todo, la paciencia jamás se acaba para los japoneses de diferentes edades.
Todos esperan con sorprendente tranquilidad y perfecto orden de llegada. Nadie se angustia. Hablan muy poco entre si y, cuando conversan, lo hacen en muy baja voz.
En los primeros destaca el Yamanote, que rodea el corazón de la metrópoli, en un excelente servicio de iday vuelta simultánea.
Igualmente una serie de redes que van a todos los rincones del archipiélago, entre los que destaca el fabuloso Shinkansen o tren bala.
Y, entre los construidos en el subsuelo está el metro que lleva a distintos puntos de la gran ciudad y lugares cercanos.
La espera no es muy prolongada, pues la frecuencia de los vagones está estructurada para favorecer a los usuarios.
Sin embargo, los instantes dedicados a aguardar no son perdidos. Por lo menos entre los jóvenes.
Tal como lo muestra la vista en que unas chicas se entretienen con la infinidad de juegos que poseen los celulares o keitai, como se les llama en Japón y que, etimológicamente, quiere decir: "llevar algo consigo" .
Otras, prefieren dedicarse a la lectura, mientras que un tercer grupo escucha la música de su preferencia a través de sus audífonos.
Después de todo, la paciencia jamás se acaba para los japoneses de diferentes edades.
Todos esperan con sorprendente tranquilidad y perfecto orden de llegada. Nadie se angustia. Hablan muy poco entre si y, cuando conversan, lo hacen en muy baja voz.
Otro mundo. No cabe la menor duda...
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