Parte de las esbeltas anfitrionas del Festival Internacional de la Primavera de Trujillo posan ante nuestra solicitud...
La ciudad de Trujillo, Perú, es reconocida
por su Festival Internacional de la Primavera que se celebra desde hace más de
sesenta años.
Durante estos días está en plena
realización Comprende numerosas
actividades y concluye con el gran corso de las flores que recorre varios
kilómetros y congrega a miles de espectadores.
Asisten bastoneras norteamericanas a
lado de las soberanas los países hermanos. La presentación a la prensa fue hace
unos días.
Estuvo programada al mediodía en el
local del Club de Leones, organizador del evento, en su local institucional del
centro cívico.
No quise perdérmela. Acudí temprano y
me ubiqué en la primera fila.
Mientras llegaba la hora, los leones
se esmeraban para recibir en la mejor forma a las ilustres visitantes.
En un momento, se solicitó a los representantes de
las firmas auspiciadoras del certamen ocupar sus asientos en el estrado
oficial.
Las guapas anfitrionas, que bordeaban
la pasarela desde la entrada hasta el patio principal, ingresaron ubicándose detrás de las sillas destinadas a
las reinas y bastoneras.
Fue ahí que me dirigí a un joven
reportero que estaba a lado mío provisto de cámaras y potentes lentes.
- Hola.
¿De dónde eres...?
-
Me llamo Mario y soy de Lima.
- Bien Mario. Yo soy Freddy. Mira Se les ve muy bien a las
chicas (Dirigiendo la mirada a las anfitrionas).
- ¿Qué te parece si les pedimos que
posen para nosotros...? Porque, cuando lleguen las reinas, ellas pasarán a segundo
plano.
- Pero, ya están ordenadas. ¿Se
podrá…?
- Claro. Yo las llamo y tú me sigues.
Te apuesto que todo sale bien.
Sin ocultar su escepticismo, aceptó.
Burlando a los fornidos guardaespaldas
y rompiendo el protocolo, invadí el hall y me detuve frente a ellas (Mario, me
seguía) y les dije:
-
- Hola.
Por favor. Pónganse adelante para tomar unas fotos.
Como impulsadas por un resorte, abandonaron
su lugar y posaron para nosotros dos.
Tomamos todas las placas que se nos
antojaron y les agradecimos.
Cuando retornábamos a nuestro sitio una
avalancha de camarógrafos, dispuestos a no perderse la irrepetible escena,
llegaba a tropezones.
Ya sentados, volví a dialogar con el colega
limeño.
- ¿Qué te pareció Mario…?
- Te
pasaste Freddy. Tomé unas fotos espectaculares…
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