sábado, 14 de febrero de 2009

EL REY QUE ENLOQUECIÓ DE AMOR…


Manuscrito de la carta enviada por Enrique VIII a su amada Ana Bolena encerrando sus iniciales en un corazón...

La evolución humana está escrita teniendo como base muchas historias de amor profundo que conmueven hasta la actualidad.

Una de ellas, es la protagonizada por el rey Enrique VIII de Inglaterra (1491-1547) y Ana Bolena (1501-1536), marquesa de Pembroke.

A pesar de estar casado con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, el emperador, que era un mujeriego empedernido, quedó prendado de la hermosa joven, luego de conocerla.

Aunque podía haber utilizado su poder para cumplir sus ardientes deseos, prefirió expresar sus sentimientos a través de varias cartas.

En una de ellas, escrita en francés, manifiesta su “intención inalterable” de llevarla al altar y “rezar una vez al día” para lograr ese objetivo.

“Las demostraciones de tu afecto son tales y las hermosas palabras de tu carta están escritas con tanta cordialidad, que realmente me obligan a honrarte, amarte y servirte para siempre…”

“Por consiguiente, te aseguro que mi corazón estará dedicado a ti solamente…”

“Te escribo con la mano del secretario que con corazón, amor y voluntad es tu sirviente más fiel y confiado…”

Y, en una actitud propia de un niño, el poderoso personaje concluye escribiendo:

“H pretende a A. B. Ningún otro rey..." y reúne las iniciales de su amada encerradas en un corazón.

El histórico documento fue sustraído por un espía del Vaticano donde se mantuvo guardado durante cinco siglos.

Será mostrada por primera vez al público en la exposición que abrirá la Biblioteca Británica en el mes de abril próximo.

Enrique VIII contrajo matrimonio con Ana el 25 de enero de 1533, Tuvieron una hija que reinó más tarde como Isabel I, pero la llama del amor duró apenas tres años.

La hermosa aristócrata no logró ganarse las simpatías del pueblo por su incapacidad de darle al soberano un hijo varón y ser llamada “la ramera del rey”.

Acusada falsamente de traición, adúltera e incesto la mujer, que logró enloquecer de amor a un monarca, murió decapitada la mañana del 19 de mayo de 1536 en la Torre de Londres.

Antes de ejecutarse la condena, Ana Bolena se llenó de coraje y dirigiéndose a su verdugo le dijo una frase que quedó perennizada para la posteridad:

“No te daré mucho trabajo… Tengo el cuello muy fino…”

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