La renovación parcial del Congreso debe ser aprobada sin mayor objeción. Es el deseo del pueblo...
Casi no se ha otorgado importancia a la más reciente encuesta realizada en torno a la propuesta del Presidente de renovar en forma parcial el congreso a medio período legislativo que revela un sesenta y cuatro por ciento a favor del planteamiento.
Es decir que la gran mayoría de la ciudadanía apoya el cambio a mitad del mandato parlamentario, cuyo proyecto de ley se encuentra en el poder Legislativo.
Igualmente, el acucioso sondeo de opinión señala que un ochenta y dos por ciento se muestra favorable a la construcción de un penal en la selva.
El centro penitenciario no sólo serviría para los corruptos, sino también para los delicuentes de más alta peligrosidad, teniendo en cuenta la forma sorprendente como avanza este mal en la sociedad peruana, sin que se dicten medidas represivas drásticas.
El proyecto presidencial, según los analistas políticos, trae a la memoria algunas ideas que nacieron a raíz de los frecuentes e inconcebibles desaciertos de los congresistas.
Por ejemplo, hay quienes sostienen que no sólo se debe renovar el cincuenta por ciento de ellos, sino a la totalidad. Previa evaluación de la labor realizada.
Sin embargo, posiciones de avanzada opinan que la verdadera transformación es eliminar la reelección para evitar que haya personas que puedan colocar en su DNI: ocupación congresista.
Estiman que cinco años son suficientes y un período más, una exageración. Aunque hay que reconocer que en esto tienen mucho que ver los electores, que vuelven a caer en el juego de las campañas electorales.
Por lo demás, la no reelección permitiría oxigenar el parlamento. El ingreso de sangre joven, con ideas frescas y propuestas nuevas. Que no hagan acto de presencia, como muchos.
Tampoco que pierdan tiempo y fondos del estado en actos que no aportan absolutamente nada. Como distinguir a conductores de anodinos programas de televisión o artistas extranjeros, por más fama que tengan. Jamás fueron elegidos para eso.
Actitudes de ese tipo desnaturalizan la elevada función que les compete. Existen temas de verdad trascendentes en los que deben ocuparse por completo.
Lo ideal sería reducir su número, sobre la base de lo poco que realizan y en función que lo más importante es la calidad antes que la cantidad. Con menos, es más fácil ponerse de acuerdo.
Y, aunque la Constitución diga lo contrario, se necesita gente que reúna ciertas condiciones. Que tengan conocimiento cabal de nuestra realidad o hayan efectuado algunas investigaciones de impacto económico o social dentro de su comunidad.
Teniendo en cuenta el elevado sueldo que perciben, exigir la asistencia, descontando las ausencias y tardanzas. Son ellos quienes deben dar ejemplo de puntualidad y rectitud.
También sancionar drásticamente la corrupción y el transfuguismo. El que se aleja de su partido debe perder el escaño y ser reemplazado por quien siguió en la votación. Tal como ocurre en otros países democráticos.
Ahora sólo queda esperar que los congresistas se pongan la mano en el pecho. Sean conscientes, piensen en el Perú y voten por la renovación. Es una aspiración popular…
Es decir que la gran mayoría de la ciudadanía apoya el cambio a mitad del mandato parlamentario, cuyo proyecto de ley se encuentra en el poder Legislativo.
Igualmente, el acucioso sondeo de opinión señala que un ochenta y dos por ciento se muestra favorable a la construcción de un penal en la selva.
El centro penitenciario no sólo serviría para los corruptos, sino también para los delicuentes de más alta peligrosidad, teniendo en cuenta la forma sorprendente como avanza este mal en la sociedad peruana, sin que se dicten medidas represivas drásticas.
El proyecto presidencial, según los analistas políticos, trae a la memoria algunas ideas que nacieron a raíz de los frecuentes e inconcebibles desaciertos de los congresistas.
Por ejemplo, hay quienes sostienen que no sólo se debe renovar el cincuenta por ciento de ellos, sino a la totalidad. Previa evaluación de la labor realizada.
Sin embargo, posiciones de avanzada opinan que la verdadera transformación es eliminar la reelección para evitar que haya personas que puedan colocar en su DNI: ocupación congresista.
Estiman que cinco años son suficientes y un período más, una exageración. Aunque hay que reconocer que en esto tienen mucho que ver los electores, que vuelven a caer en el juego de las campañas electorales.
Por lo demás, la no reelección permitiría oxigenar el parlamento. El ingreso de sangre joven, con ideas frescas y propuestas nuevas. Que no hagan acto de presencia, como muchos.
Tampoco que pierdan tiempo y fondos del estado en actos que no aportan absolutamente nada. Como distinguir a conductores de anodinos programas de televisión o artistas extranjeros, por más fama que tengan. Jamás fueron elegidos para eso.
Actitudes de ese tipo desnaturalizan la elevada función que les compete. Existen temas de verdad trascendentes en los que deben ocuparse por completo.
Lo ideal sería reducir su número, sobre la base de lo poco que realizan y en función que lo más importante es la calidad antes que la cantidad. Con menos, es más fácil ponerse de acuerdo.
Y, aunque la Constitución diga lo contrario, se necesita gente que reúna ciertas condiciones. Que tengan conocimiento cabal de nuestra realidad o hayan efectuado algunas investigaciones de impacto económico o social dentro de su comunidad.
Teniendo en cuenta el elevado sueldo que perciben, exigir la asistencia, descontando las ausencias y tardanzas. Son ellos quienes deben dar ejemplo de puntualidad y rectitud.
También sancionar drásticamente la corrupción y el transfuguismo. El que se aleja de su partido debe perder el escaño y ser reemplazado por quien siguió en la votación. Tal como ocurre en otros países democráticos.
Ahora sólo queda esperar que los congresistas se pongan la mano en el pecho. Sean conscientes, piensen en el Perú y voten por la renovación. Es una aspiración popular…
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