La lluvia de estrellas, caracterizada por meteoritos, es uno de los espectáculos más impresionantes en la bóveda celeste...
¿Observando el cielo durante la noche han tenido alguna vez la oportunidad de ver la trayectoria de un meteorito…?
Son aquellas luces alargadas que se aprecian súbitamente y vuelven a desaparecer en la oscuridad.
El fenómeno luminoso se produce cuando una pequeña roca atraviesa la atmósfera a una velocidad de ciento treinta mil kilómetros por hora, aproximadamente.
Una de las épocas más notables en cuanto a intensidad de los meteoritos ocurre la noche entre el 12 y 13 de agosto con la presencia de Las Perseidas.
La máxima actividad en el hemisferio norte es conocida como Las Lágrimas de San Lorenzo.
Una sola vez en mi vida, cuando me encontraba en Japón, tuve la ocasión de admirar aquella asombrosa aparición.
Los distintos medios de comunicación informaron del suceso y todos se prepararon para disfrutar del regalo que ofrecía el firmamento.
Siguiendo las indicaciones, esperamos en familia el momento preciso viendo televisión y conversando, mientras calentábamos el cuerpo con alguna bebida caliente.
Era invierno. Salimos alrededor de la una y media de la madrugada provistos de gorros, guantes y frazadas, algunas de las cuales servirían de almohadas.
Prácticamente nos echamos en el suelo con la mirada fija en el cielo que lucía salpicado de fulgurantes estrellas.
No tuvimos que esperar mucho, pues de inmediato la bóveda celeste comenzó a ser prácticamente atravesada por pequeñas lucecitas que se desplazaban a gran velocidad.
Luego aparecieron más y más. Casi todas iban en la misma dirección. El cielo se mostraba iluminado y con gran movimiento.
La contemplación duró alrededor de hora y media. Fue una de las visiones más impresionantes e inolvidables que he tenido en toda mi vida.
Al día siguiente, los diarios publicaban en sus primeras páginas aquello que nos dejó casi atónitos ese amanecer. Ocurrió lo mismo con las imágenes en la televisión.
Según los astrónomos, todas las noches existe la posibilidad de ver algún aislado meteorito, pues se trata de manifstaciones frecuentes.
Sin embargo, la contaminación lumínica de las ciudades, impide la observación adecuada.
Pero, cuando tenga tiempo y desee gozar de tranquilidad plena, dirija la mirada al arriba una noche despejada. Tal vez tenga la ocasión de admirar el destello de un meteorito.
Imagine cientos de ellos cruzando raudos el espacio. Esa es la lluvia de estrellas. Todo un espectáculo. Un verdadero obsequio del cielo…
Son aquellas luces alargadas que se aprecian súbitamente y vuelven a desaparecer en la oscuridad.
El fenómeno luminoso se produce cuando una pequeña roca atraviesa la atmósfera a una velocidad de ciento treinta mil kilómetros por hora, aproximadamente.
Una de las épocas más notables en cuanto a intensidad de los meteoritos ocurre la noche entre el 12 y 13 de agosto con la presencia de Las Perseidas.
La máxima actividad en el hemisferio norte es conocida como Las Lágrimas de San Lorenzo.
Una sola vez en mi vida, cuando me encontraba en Japón, tuve la ocasión de admirar aquella asombrosa aparición.
Los distintos medios de comunicación informaron del suceso y todos se prepararon para disfrutar del regalo que ofrecía el firmamento.
Siguiendo las indicaciones, esperamos en familia el momento preciso viendo televisión y conversando, mientras calentábamos el cuerpo con alguna bebida caliente.
Era invierno. Salimos alrededor de la una y media de la madrugada provistos de gorros, guantes y frazadas, algunas de las cuales servirían de almohadas.
Prácticamente nos echamos en el suelo con la mirada fija en el cielo que lucía salpicado de fulgurantes estrellas.
No tuvimos que esperar mucho, pues de inmediato la bóveda celeste comenzó a ser prácticamente atravesada por pequeñas lucecitas que se desplazaban a gran velocidad.
Luego aparecieron más y más. Casi todas iban en la misma dirección. El cielo se mostraba iluminado y con gran movimiento.
La contemplación duró alrededor de hora y media. Fue una de las visiones más impresionantes e inolvidables que he tenido en toda mi vida.
Al día siguiente, los diarios publicaban en sus primeras páginas aquello que nos dejó casi atónitos ese amanecer. Ocurrió lo mismo con las imágenes en la televisión.
Según los astrónomos, todas las noches existe la posibilidad de ver algún aislado meteorito, pues se trata de manifstaciones frecuentes.
Sin embargo, la contaminación lumínica de las ciudades, impide la observación adecuada.
Pero, cuando tenga tiempo y desee gozar de tranquilidad plena, dirija la mirada al arriba una noche despejada. Tal vez tenga la ocasión de admirar el destello de un meteorito.
Imagine cientos de ellos cruzando raudos el espacio. Esa es la lluvia de estrellas. Todo un espectáculo. Un verdadero obsequio del cielo…
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