El mundialmente conocido vals vienés, tiene su representación particular en el Perú en el vals criollo.
Constituye el resultado de la fusión de la melodía europea con la creación de compositores nacionales.
Lo más interesante es que nació en el corazón del pueblo, tanto en el aspecto concerniente a la música, como a su letra.
Por esa razón se explica que traduzca su sentimiento, angustias, sufrimientos, tristezas y, como es lógico, sus padecimientos de amor.
Incorporado al país en la segunda mitad del siglo XIX, alcanzó su mayor popularidad a mediados del siglo pasado.
Fue la época en que surgieron numerosos intérpretes, compositores y músicos, que se convirtieron en los preferidos del público.
Entonces, el vals criollo era acompañado por guitarras, cajón, castañuelas y hasta cucharas. La finalidad era obtener el ritmo, compás y sonidos apropiados al gusto popular.
Jesús Vásquez, considerada como
Grabó decenas de discos simples y long plays, cuando se fabricaban en carbón para ser escuchados en las ya desaparecidas consolas.
Sus versiones fueron siempre tarareadas por la gente como El Plebeyo, Todos vuelven, No quiero volver a querer, Secreto, Morropón de San Miguel y Cholita, entre otras.
La gracia y los singulares matices de su voz, la convirtieron en una de las intérpretes preferidas por las grandes mayorías.
Jesús Vásquez cantó durante toda su vida. Hasta que las fuerzas se lo permitieron.
Hace unos años, el paso del tiempo comenzó a manifestar los estragos en su salud que paulatinamente se fue desmejorando.
El último sábado de Semana Santa, cumpliendo con las leyes de la vida, dejó de existir.
Ahora comparte la gloria a lado de su compositor Felipe Pinglo y compañeros del género que cultivó, como Chabuca Granda, Lucha Reyes y el Zambo Cavero.
Sólo nos queda el recuerdo plasmado en sus inmortales melodías. Justamente uno de los versos que interpretaba dice:
Todos vuelven a la tierra en que nacieron,
al embrujo incomparable de su Sol,
todos vuelven al rincón donde vivieron,
donde acaso floreció más de un amor…
Con su deceso, Jesús Vásquez volverá a confundirse con la tierra que la vio nacer.
Sin embargo, seguirá viviendo para siempre con nosotros a través de sus tonadas. Porque el vals criollo es eterno…
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