"Nada nos hace envejecer con mayor rapidez que pensar siempre en que nos hacemos viejos..." (Christoph Lichtenberg)
Constantemente se critica a las personas mayores por no adaptarse al mundo moderno.
Sin embargo, nosotros nos responsabilizamos por todo lo que hemos hecho y no culpamos a nadie por ellos.
No obstante, después de una serena meditación, nos gustaría señalar que, a pesar de haber llevado el pelo largo, haber vivido una revolución sexual, habernos liberado contra ciertos valores tradicionales y de haber bailado con los Beatles y los Rolling Stones, no fuimos nosotros lo que eliminamos:
º La melodía de la música.
º El talento y las creaciones artísticas.
º La buena voz a la hora de cantar.
º El orgullo por nuestra apariencia exterior.
º La cortesía al conducir.
º El romance en las relaciones amorosas.
º El compromiso de la pareja.
º La responsabilidad de la paternidad.
º La unión de la familia.
º El aprendizaje y gusto por la cultura.
º El sentimiento de patriotismo.
º El rechazo a la vulgaridad y la grosería.
º La escena de Navidad en las escuelas y barrios.
º El buen comportamiento intelectual.
º El refinamiento del lenguaje.
º La dedicación a la literatura.
º La prudencia a la hora de gastar.
º La ambición por lograr ser alguien en la vida.
º Tampoco sacamos a Dios del gobierno, las escuelas, los hospitales y nuestra vida.
º La paciencia y tolerancia en nuestras relaciones interpersonales.
º El respeto a los demás. A los niños, mujeres y ancianos.
¡En efecto, ya soy una persona mayor…!
Pero todavía puedo animar una fiesta. Incluso aunque sólo resista hasta las doce de la noche.
Todavía puedo abrir frascos con tapas a prueba de niños, aunque tenga que usar un martillo.
Aún me acuerdo de llegar a mi casa a una hora y en forma adecuada.
Todavía duermo como un bebe por las noches, aunque al otro día el cuerpo demore en permitir que me levante.
Puedo reírme de las críticas… aunque, a veces, no pueda oír bien lo que dicen de mí.
Soy bueno contando historias y chistes, aunque los repita varias veces.
Pero, no creas que me he vuelto peleador, cascarrabias, ni intransigente.
Simplemente que tengo edad para decir que hay cosas que ya no me gustan.
No me gusta la congestión vehicular, las muchedumbres, la música alta, los niños gritones, los perros que ladran, ni los políticos que ganan tanto para engañar a la gente y tantas cosas que ahora no recuerdo.
Lo único que deseo es seguir disfrutando de la vida. La vida que Dios me ha regalado.
Eso sí, respetando a los demás y esperando que ellos me respeten a mí…
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