Plaza de Armas de Trujillo en el jirón Independencia con autos estacionados a ambos lados de la vía...
Cerrando su primer mes como alcalde de la Municipalidad Provincial de
Trujillo, Elidio Espinoza Quispe cumplió una de sus promesas.
Cambió el sentido del tránsito al
baipás de Mansiche y devolvió la tradicional costumbre de dar vuelta en carro alrededor
de la plaza de Armas.
Este acuerdo edilicio busca
descongestionar el centro cívico y permitir mayor fluidez al desplazamiento
vehicular.
Facilitar el acceso directo mediante
el paso a desnivel al centro histórico, según la actual gestión municipal,
contribuía a generar este problema.
Quienes apoyan la modificación
señalan que el panorama cambiará al usar la avenida Mansiche para subir al
baipás y bifurcarse luego en dos direcciones distintas.
Se espera que la medida resulte,
pues en las horas punta el centro de la ciudad se convierte en un callejón sin
entrada, ni salida.
Al margen de eso y en relación a la
congestión automotor, existe un aspecto importante que no debe pasar
desapercibido por la comuna.
Está referido a la declaración de
zona rígida en las calles del damero de las nueve cuadras a la redonda que
posee el corazón de Trujillo.
La ordenanza municipal fue aprobada
hace mucho tiempo, sin embargo, no se adopta ninguna medida para hacerla
cumplir.
De esa deficiencia se aprovechan
algunos conductores para estacionarse durante horas, o el día entero, a los
costados de los angostos jirones.
Nuestra plaza de Armas no es la
excepción. Como la cinta asfáltica es mucho más ancha, ocupan ambos linderos.
Con carros detenidos en el resto de
calles al lado izquierdo de la vía, automáticamente queda inutilizado uno de
los tres carriles.
Si a esto se añade que un taxi o
auto particular detiene su marcha para subir o bajar a una persona, el espacio
disponible se reduce mucho más.
Teniendo en cuenta las miles de
unidades móviles que ingresan al centro en una hora, el resultado inmediato es
la inevitable saturación vehicular.
A esto se añade el crispante y ensordecedor sonido de bocinas y
sirenas contra lo que tampoco se hace nada en lo absoluto.
Ante esta situación, que tiende a
agravarse con el transcurso del tiempo, corresponde a la municipalidad ejercer
el principio de autoridad.
Solo se necesita decisión y mano férrea. La finalidad es hacer respetar las zonas rígidas que, incluso, están señaladas.
En esta tarea tienen valiosa labor
los inspectores municipales y la Policía Nacional aplicando las sanciones
correspondientes.
Hay quienes sugieren el empleo de
remolcadores o grúas, como hubo en un momento, para despejar las pistas.
Lo cierto es que algo debe hacerse:
Pero de inmediato. De lo contrario, el centro histórico de Trujillo seguirá
siendo la gran cochera…
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