El celular es importante, pero debe utilizarse con moderación en el momento y lugar adecuado...
Es indudable que desde la invención del celular las relaciones entre los seres humanos se transformaron en su integridad.
Actualmente el original dispositivo se ha popularizado tanto que hay personas que, casi en forma definitiva, no pueden vivir sin él.
Así lo demuestra un sondeo mundial realizado por la empresa de investigación de mercado Synovate cuyos resultados no dejan de llamar la atención.
Señala que las dos terceras partes de los encuestados no lo puede apagar en ningún instante, aunque quisieran aduciendo que “corren el peligro de perderse algo”.
Nunca salen a la calle sin llevarlo consigo y si le dan la opción de escoger qué harían ante un posible robo, manifestaron preferir perder la billetera.
De acuerdo al estudio, la firma establece que más del cincuenta por ciento de la población mundial posee un teléfono móvil.
Lo mismo ocurre en el Perú, a tal extremo que el mismo Presidente lo destaca en sus discursos dando a entender, de manera inconcebible, que gobierno hubiese financiado tal adquisición.
Identificándolo como el “control remoto de la vida”, la compañía señala que la mayoría lo coloca cerca a la hora de dormir, cuando los médicos recomiendan lo contrario y no lo apagan nunca.
Los usuarios manifiestan que el terminal, como también se le llama, permite el acceso inmediato y brinda seguridad, aparte de constituir parte fundamental en las conexiones con sus conocidos.
Además de las funciones existentes para las llamadas, el móvil es utilizado también para trasmitir mensajes de texto.
Igualmente son usados como mecanismo de alarma, cámara fotográfica y distracción mediante juegos diversos.
Lo cierto es que su influencia se traslada incluso a la manera como se movilizan las personas por las calles.
Es común observar la gente caminando ensimismada en un diálogo, a veces en voz alta, sin percatarse en lo más mínimo lo que ocurre a su alrededor.
Sin embargo, su empleo resulta peligroso al extremo, cuando conductores irresponsables, persisten en manejar sus vehículos con una mano en el celular, otra en el timón y la mirada y la mente en cualquier parte, menos en lo que tienen delante de ellos.
Seamos conscientes que no todas las llamadas son importantes y urgentes. Así mismo que cualquier exceso es perjudicial.
Tampoco permitamos volvernos dependientes de un invento que, siendo valioso, posee un momento y un lugar adecuado para ser usado…
Actualmente el original dispositivo se ha popularizado tanto que hay personas que, casi en forma definitiva, no pueden vivir sin él.
Así lo demuestra un sondeo mundial realizado por la empresa de investigación de mercado Synovate cuyos resultados no dejan de llamar la atención.
Señala que las dos terceras partes de los encuestados no lo puede apagar en ningún instante, aunque quisieran aduciendo que “corren el peligro de perderse algo”.
Nunca salen a la calle sin llevarlo consigo y si le dan la opción de escoger qué harían ante un posible robo, manifestaron preferir perder la billetera.
De acuerdo al estudio, la firma establece que más del cincuenta por ciento de la población mundial posee un teléfono móvil.
Lo mismo ocurre en el Perú, a tal extremo que el mismo Presidente lo destaca en sus discursos dando a entender, de manera inconcebible, que gobierno hubiese financiado tal adquisición.
Identificándolo como el “control remoto de la vida”, la compañía señala que la mayoría lo coloca cerca a la hora de dormir, cuando los médicos recomiendan lo contrario y no lo apagan nunca.
Los usuarios manifiestan que el terminal, como también se le llama, permite el acceso inmediato y brinda seguridad, aparte de constituir parte fundamental en las conexiones con sus conocidos.
Además de las funciones existentes para las llamadas, el móvil es utilizado también para trasmitir mensajes de texto.
Igualmente son usados como mecanismo de alarma, cámara fotográfica y distracción mediante juegos diversos.
Lo cierto es que su influencia se traslada incluso a la manera como se movilizan las personas por las calles.
Es común observar la gente caminando ensimismada en un diálogo, a veces en voz alta, sin percatarse en lo más mínimo lo que ocurre a su alrededor.
Sin embargo, su empleo resulta peligroso al extremo, cuando conductores irresponsables, persisten en manejar sus vehículos con una mano en el celular, otra en el timón y la mirada y la mente en cualquier parte, menos en lo que tienen delante de ellos.
Seamos conscientes que no todas las llamadas son importantes y urgentes. Así mismo que cualquier exceso es perjudicial.
Tampoco permitamos volvernos dependientes de un invento que, siendo valioso, posee un momento y un lugar adecuado para ser usado…
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