miércoles, 2 de septiembre de 2009

¡LAS HUELLAS DE UN ARTISTA CALLEJERO…!


Trazos de un artista en la calle Pizarro de Trujillo. Muchos jóvenes valores se pierden por falta de apoyo en el Perú...


Una de las más elevadas expresiones del arte es la pintura

Desde los albores de la humanidad el hombre siempre trató de representar su visión del mundo, o lo que imaginaba, a través de la imagen.

Incontables son los artistas que hay perennizado su nombre para la posteridad mediante la exquisitez y belleza de sus obras.

En los países desarrollados el estado rescata a los jóvenes con cualidades y se encarga de financiar su formación en las más variadas materias.

De lo contrario, son los padres o familiares quienes apoyan de manera directa a los nuevos valores. Lo cierto es que jamás son abandonados a su suerte.

Nuestra realidad difiere diametralmente las naciones poderosas. Aquí el artista recibe el respaldo de sus progenitores si pueden, se pierde o se ve obligado a formarse solo.

Es entonces cuando tiene que salir a la calle, ofrecer su producción con la que, frecuentemente, retorna a casa sin haberla vendido o recibir unos centavos para subsistir.

Tal como ocurre con ese desconocido muchacho que recorre las cuadras del jirón Pizarro plasmando su arte en plena cinta asfáltica.

Aprovecha que, en horas del día, no circulan vehículos por ser considerada vía peatonal y se dedica de lleno a su labor.

Descarga la vieja mochila manchada de pintura. Coloca sus pequeños envases en el suelo y pinceles muy cerca.

De inmediato empieza su labor dando el primer brochazo, se concentra por completo y continúa la tarea imperturbable.

El silencio reinante sólo es interrumpido cuando alguien se conmueve y arroja una pequeña moneda en un minúsculo tarro vacío de leche evaporada que espera a un costado.

Pero él continúa trabajando. Nada lo detiene, ni distrae. Sólo se desprende de sus instrumentos cuando ha terminado por completo.

Entonces se pone de pie. Respira profundo y se vuelve a inclinar para realizar otros trazos con la misma destreza y energía del comienzo.

Mientras tanto, la gente que transita por el lugar tiene diversos comportamientos. Unos pasan de largo, otros miran el dibujo por uno y otro lado, luego prosiguen.

Pocos, muy pocos, se detienen observan con detenimiento. Piensan para sus adentros y depositan un sencillo “para colaborar con el artista”.

No queda otra alternativa para el genio. Vivir de la contribución pública o desaparecer para siempre. Algo que, para él, significaría morir.

Hasta ahora su estrategia ha dado resultado. Y sigue adornando las calles gracias a la caridad humana. Continúa artista. No te rindas pintor. Valor ignorado de país emergente…

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