Brigitte Bardot, la actriz francesa que nos hizo suspirar en la adolescencia, fue motivo de una graciosa anécdota juvenil...
Corrían los últimos años de la década del cincuenta y la adolescencia se patentaba en nosotros los jóvenes de aquella época.
En los momentos de solaz, para olvidarnos de las aulas, jugábamos fulbito en las áreas libres de los campos de cultivo que quedaban atrás del Club Libertad de Trujillo.
Dos piedras de regular tamaño servían de arcos y luego de la “contienda” nos esperaba la reprimenda de nuestras madres por lo sucios que regresábamos. Pese al castigo, cada semana volvíamos al mismo escenario deportivo.
En las primeras horas de la noche, nos reuníamos para ver las “fichas” --hasta ahora no sé de dónde salió ese nombre-- de las películas de estreno en el cinema Libertad, que quedaba a una dos cuadras de nuestros hogares.
Eran grandes fotografías de las escenas de cada, cinta colocadas en serie, como una forma de atraer la atención del público que transitaba por el lugar.
Cierta vez, decidimos ir más lejos, cruzamos la plaza de armas y llegamos hasta el cine Popular, ubicado en la cuadra seis del jirón Ayacucho, ya desaparecido.
Entre uno y otro panel, quedamos pasmados frente a aquel que mostraba a una joven veinteañera realmente espectacular. Se llamaba Brigitte Bardot.
Protagonizaba el filme “Y Dios creó a la mujer”. Era una flaquita de cabello rubio, ojos enternecedores, labios sensuales y…
Una verdadera muñeca de carne y hueso. Natural, totalmente natural. En esa época ni siquiera se pensaba que el cuerpo y rostro del ser humano podría ser perfeccionado por la cirugía, tal como sucede ahora.
En ese instante de ensimismamiento total se acercó un policía y nos invitó a retirarnos diciendo que era una película para mayores. No hubo más que obedecer y alejarnos.
Reunidos una noche, hablamos del asunto y planeamos ingresar a como diera lugar para ver a quien ya era nuestro ídolo.
En los momentos de solaz, para olvidarnos de las aulas, jugábamos fulbito en las áreas libres de los campos de cultivo que quedaban atrás del Club Libertad de Trujillo.
Dos piedras de regular tamaño servían de arcos y luego de la “contienda” nos esperaba la reprimenda de nuestras madres por lo sucios que regresábamos. Pese al castigo, cada semana volvíamos al mismo escenario deportivo.
En las primeras horas de la noche, nos reuníamos para ver las “fichas” --hasta ahora no sé de dónde salió ese nombre-- de las películas de estreno en el cinema Libertad, que quedaba a una dos cuadras de nuestros hogares.
Eran grandes fotografías de las escenas de cada, cinta colocadas en serie, como una forma de atraer la atención del público que transitaba por el lugar.
Cierta vez, decidimos ir más lejos, cruzamos la plaza de armas y llegamos hasta el cine Popular, ubicado en la cuadra seis del jirón Ayacucho, ya desaparecido.
Entre uno y otro panel, quedamos pasmados frente a aquel que mostraba a una joven veinteañera realmente espectacular. Se llamaba Brigitte Bardot.
Protagonizaba el filme “Y Dios creó a la mujer”. Era una flaquita de cabello rubio, ojos enternecedores, labios sensuales y…
Una verdadera muñeca de carne y hueso. Natural, totalmente natural. En esa época ni siquiera se pensaba que el cuerpo y rostro del ser humano podría ser perfeccionado por la cirugía, tal como sucede ahora.
En ese instante de ensimismamiento total se acercó un policía y nos invitó a retirarnos diciendo que era una película para mayores. No hubo más que obedecer y alejarnos.
Reunidos una noche, hablamos del asunto y planeamos ingresar a como diera lugar para ver a quien ya era nuestro ídolo.
Vestimos tres chompas y dos pantalones para parecer adultos. El más alto compró las entradas y formamos la cola confundidos entre la gente que no cesaba de mirarnos de reojo.
Como yo era uno de los más osados y había dado la idea, me colocaron adelante.
- Hey, tú eres menor de edad. No puedes ingresar, me dijeron, mientras pedían al agente que me retire. Mis amigos siguieron la misma suerte. Avergonzados, no sabíamos dónde meternos.
Fue una noche trágica. Fracasamos por completo en el intento de ver en el ecran a la bella BB Bardot, como le llamaban y, para colmo, perdimos el importe de las entradas.
Luego vinieron otras cintas de ella, siempre como actriz principal, pero jamás nos propusimos repetir la tentativa.
Como yo era uno de los más osados y había dado la idea, me colocaron adelante.
- Hey, tú eres menor de edad. No puedes ingresar, me dijeron, mientras pedían al agente que me retire. Mis amigos siguieron la misma suerte. Avergonzados, no sabíamos dónde meternos.
Fue una noche trágica. Fracasamos por completo en el intento de ver en el ecran a la bella BB Bardot, como le llamaban y, para colmo, perdimos el importe de las entradas.
Luego vinieron otras cintas de ella, siempre como actriz principal, pero jamás nos propusimos repetir la tentativa.
No quisimos volver a quedarnos sin la "valiosa" propina del fin de semana…
1 comentario:
Me ocurrió lo mismo con una película calificada para "mayores de 21 años".Pero logré revender la entrada.
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