Cruce de Pizarro y Junín al mediodía. Hay tres taxis mal estacionados, pero nadie impone el orden...
Los conductores de un programa dedicado a informar sobre las infracciones de tránsito más frecuentes de un canal de televisión capitalino, arribaron hace unos días a Trujillo.
De inmediato, se dirigieron al centro cívico disponiéndose recorrer las calles para constatar si se respetan o no, las reglas de tránsito por parte de los choferes.
Abordaron a una persona que estacionaba su vehículo, sin considerar el filo de la vereda pintada de amarillo indicando que estaba prohibido detenerse.
El infractor respondió que: “No se había dado cuenta”.
A unos metros, filmaron a varios taxistas que cruzaban la esquina a toda velocidad con el peligro de colisionar, no obstante que el semáforo estaba rojo.
Sus cámaras también captaron la hilera de taxis mal ubicados a ambos lados del jirón Junín en el cruce con Pizarro, esperando que salgan clientes de un concurrido centro comercial, ante la mirada displicente de los policías que custodian los bancos en las inmediaciones.
Por unos minutos, estuvieron en la cuadra cinco de Ayacucho frente al colegio Santa Rosa y, luego, en las inmediaciones del mercado Central, a dos cuadras de la comisaría.
La zona, pese a estar flanqueada de semáforos, es un pandemonio. Los choferes no obedecen nada, ni a nadie.
Ellos se imponen a todo. Circulan a milímetros de las niñas que ingresan y salen del plantel de las Madres Dominicas, exponiéndolas irremediablemente a ser atropelladas.
Los mismos pilotos disputan entre sí para ver quien avanza primero. El resto, las personas, no cuentan para nada.
Para verificar la eficiencia policial, os periodistas limeños abordaron un vehículo e, intencionalmente, obviaron colocarse el cinturón de seguridad.
Pararon en una esquina y preguntaron a un agente sobre la dirección de una conocida universidad privada. Recibieron la respuesta acertada.
Sin embargo, la falta de percepción o desinterés del custodio fue tal, que no observó que los pasajeros que iban dentro del carro, carecían del implemento de reglamento.
Por lo demás, quedaron conmovidos por la gran cantidad de taxis que cruzan en una y otra dirección en forma tan desordenada y la angustiosa ausencia de policías.
Dijeron que estos vehículos constituyen un verdadero estorbo para el desplazamiento normal y seguro de las personas que caminan, al detienerse de improviso suponiendo que alguien desea sus servicios.
Sin embargo, lo que más les impresionó fue la falta de operatividad de las autoridades municipales y policiales, así como la Defensoría del Pueblo y otras entidades que deben velar por los intereses de la colectividad.
Consideraron que Trujillo había perdido mucho del rango cultural que se le atribuía hasta hace unos años, pero que ese mérito puede recuperarse con trabajo serio y acción, mucha acción de quienes tienen el compromiso de conducir la ciudad...
De inmediato, se dirigieron al centro cívico disponiéndose recorrer las calles para constatar si se respetan o no, las reglas de tránsito por parte de los choferes.
Abordaron a una persona que estacionaba su vehículo, sin considerar el filo de la vereda pintada de amarillo indicando que estaba prohibido detenerse.
El infractor respondió que: “No se había dado cuenta”.
A unos metros, filmaron a varios taxistas que cruzaban la esquina a toda velocidad con el peligro de colisionar, no obstante que el semáforo estaba rojo.
Sus cámaras también captaron la hilera de taxis mal ubicados a ambos lados del jirón Junín en el cruce con Pizarro, esperando que salgan clientes de un concurrido centro comercial, ante la mirada displicente de los policías que custodian los bancos en las inmediaciones.
Por unos minutos, estuvieron en la cuadra cinco de Ayacucho frente al colegio Santa Rosa y, luego, en las inmediaciones del mercado Central, a dos cuadras de la comisaría.
La zona, pese a estar flanqueada de semáforos, es un pandemonio. Los choferes no obedecen nada, ni a nadie.
Ellos se imponen a todo. Circulan a milímetros de las niñas que ingresan y salen del plantel de las Madres Dominicas, exponiéndolas irremediablemente a ser atropelladas.
Los mismos pilotos disputan entre sí para ver quien avanza primero. El resto, las personas, no cuentan para nada.
Para verificar la eficiencia policial, os periodistas limeños abordaron un vehículo e, intencionalmente, obviaron colocarse el cinturón de seguridad.
Pararon en una esquina y preguntaron a un agente sobre la dirección de una conocida universidad privada. Recibieron la respuesta acertada.
Sin embargo, la falta de percepción o desinterés del custodio fue tal, que no observó que los pasajeros que iban dentro del carro, carecían del implemento de reglamento.
Por lo demás, quedaron conmovidos por la gran cantidad de taxis que cruzan en una y otra dirección en forma tan desordenada y la angustiosa ausencia de policías.
Dijeron que estos vehículos constituyen un verdadero estorbo para el desplazamiento normal y seguro de las personas que caminan, al detienerse de improviso suponiendo que alguien desea sus servicios.
Sin embargo, lo que más les impresionó fue la falta de operatividad de las autoridades municipales y policiales, así como la Defensoría del Pueblo y otras entidades que deben velar por los intereses de la colectividad.
Consideraron que Trujillo había perdido mucho del rango cultural que se le atribuía hasta hace unos años, pero que ese mérito puede recuperarse con trabajo serio y acción, mucha acción de quienes tienen el compromiso de conducir la ciudad...
No hay comentarios:
Publicar un comentario