Fotograma de "Thriller" el video clip que lanzó a la fama mundial a Michael Jackson en 1982... (Efe)
Transcurría la década del ochenta. El mundo estaba invadido musicalmente por la balada y el rock. Daba la impresión que no faltaba otro género más.
De repente comenzó a escucharse un ritmo mucho más violento, frenético y alocado. Era el pop.
Y su máximo representante Michael Jackson. Un moreno delgado que se movía como un muñeco de plástico accionado por manos invisibles.
Nacido en 1958 en Gary, un suburbio de Chicago, Illinois, Estados Unidos, era el sétimo de una numerosa familia conformada por nueve hermanos.
Desde sus inicios, a través de discos interpretados en su propia voz, se ganó el aplauso de la juventud de entonces y la admiración de las mayorías.
Pronto, en diciembre de 1982, apareció su álbum “Thriller” complementado con un video que terminó por convencer al más reacio.
Michael aparecía caminando por unas tenebrosas calles, mal iluminadas y rodeadas de una niebla en el ambiente.
Enseguida se dirigía a un cementerio cercano donde las lápidas se abrían solas para permitir la salida de los fallecidos.
Luego, todos se alineaban en torno al intérprete y, con las vendas al aire, daban una exquisita demostración de baile pop.
Había necesidad de ser un atleta, con muchos meses de sacrificios y entrenamiento, para tratar de imitar siquiera alguno de los pasos de quien, desde entonces, se convertiría en el ídolo más admirado de su época.
“Thriller” alcanzó la fabulosa cifra de veintiséis millones de ejemplares vendidos, aparte de otros de sus numerosos éxitos.
Continuando su escala ascendente logró ser catalogado como el actor musical más exitoso y premiado de todos los tiempos, con su respectivo equivalente en dólares obtenidos.
Más tarde, como si la gloria no sirviera para ser compartida en la Tierra, su vida ingresó a una etapa de acciones polémicas y juicios.
Pero, su historia musical ya había sido escrita.
La tarde de ayer la noticia corrió como reguero de pólvora. ¡Murió Michael Jackson…!
No. No puede ser, dijimos para nuestros adentros y acudimos presurosos al internet. Parecía que los dedos se resistían pulsar el teclado, por temor a que sea cierto.
En efecto. El ícono de la música popular había dejado de existir en un hospital de Los Ángeles. La nostalgia nos inundó, a la par del recuerdo de sus victorias en las tablas y el cine.
¡Adiós a las piruetas de esqueleto de plástico de los escenarios…!
¡Adiós Michael…! ¡Adiós…!
De repente comenzó a escucharse un ritmo mucho más violento, frenético y alocado. Era el pop.
Y su máximo representante Michael Jackson. Un moreno delgado que se movía como un muñeco de plástico accionado por manos invisibles.
Nacido en 1958 en Gary, un suburbio de Chicago, Illinois, Estados Unidos, era el sétimo de una numerosa familia conformada por nueve hermanos.
Desde sus inicios, a través de discos interpretados en su propia voz, se ganó el aplauso de la juventud de entonces y la admiración de las mayorías.
Pronto, en diciembre de 1982, apareció su álbum “Thriller” complementado con un video que terminó por convencer al más reacio.
Michael aparecía caminando por unas tenebrosas calles, mal iluminadas y rodeadas de una niebla en el ambiente.
Enseguida se dirigía a un cementerio cercano donde las lápidas se abrían solas para permitir la salida de los fallecidos.
Luego, todos se alineaban en torno al intérprete y, con las vendas al aire, daban una exquisita demostración de baile pop.
Había necesidad de ser un atleta, con muchos meses de sacrificios y entrenamiento, para tratar de imitar siquiera alguno de los pasos de quien, desde entonces, se convertiría en el ídolo más admirado de su época.
“Thriller” alcanzó la fabulosa cifra de veintiséis millones de ejemplares vendidos, aparte de otros de sus numerosos éxitos.
Continuando su escala ascendente logró ser catalogado como el actor musical más exitoso y premiado de todos los tiempos, con su respectivo equivalente en dólares obtenidos.
Más tarde, como si la gloria no sirviera para ser compartida en la Tierra, su vida ingresó a una etapa de acciones polémicas y juicios.
Pero, su historia musical ya había sido escrita.
La tarde de ayer la noticia corrió como reguero de pólvora. ¡Murió Michael Jackson…!
No. No puede ser, dijimos para nuestros adentros y acudimos presurosos al internet. Parecía que los dedos se resistían pulsar el teclado, por temor a que sea cierto.
En efecto. El ícono de la música popular había dejado de existir en un hospital de Los Ángeles. La nostalgia nos inundó, a la par del recuerdo de sus victorias en las tablas y el cine.
¡Adiós a las piruetas de esqueleto de plástico de los escenarios…!
¡Adiós Michael…! ¡Adiós…!
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