Audrey Hepburn y sus valiosas declaraciones sobre el secreto de la belleza de una mujer...
Hepburn fue una actriz de cine de las décadas del sesenta y setenta. En cierta oportunidad le preguntaron los secretos para ser bella.
Dueña de una gran personalidad y especiales dotes de inteligencia, respondió:
º Para tener labios atrayentes, diga palabras dulces.
º Para tener ojos bellos, procure ver el lado bueno de las personas.
º Para tener un cuerpo erguido, divida su comida con los hambrientos.
º Para tener cabellos bonitos, deje que un niño pase sus dedos por ellos por lo menos una vez al día.
º Para tener buena postura, camine con la seguridad que nunca andará en soledad.
º Las personas, mucho más que las cosas, deben ser restauradas, revividas, rescatadas y redimidas. Jamás arroje a nadie fuera.
º Acuérdese que si alguna vez precisa de una mano amiga, usted la encontrará al final de su brazo. Al volvernos más viejos, descubrimos que tenemos dos manos, una para ayudarnos a nosotros mismos y otra para ayudar al prójimo.
º La belleza de la mujer no está en la ropa que viste, ni en la expresión facial, sino que se refleja en su alma. Está en el cariño que da, en la pasión que demuestra.
º La belleza de una mujer crece con el peso de los años.
El Talmud es un libro que condensa las declaraciones dictados y frases pronunciadas por los rabinos a través del tiempo.
Un dictado termina así: “Cuídate cuando haces llorar a una mujer, pues Dios cuenta sus lágrimas…”
Es conveniente recordar que “la mujer fue hecha de la costilla del hombre, no de los pies para ser pisada, ni de la cabeza para ser superior”.
“Pero sí de su lado, para ser igual. Debajo del brazo, para ser protegida y muy cerca del corazón, para ser amada…”
Dueña de una gran personalidad y especiales dotes de inteligencia, respondió:
º Para tener labios atrayentes, diga palabras dulces.
º Para tener ojos bellos, procure ver el lado bueno de las personas.
º Para tener un cuerpo erguido, divida su comida con los hambrientos.
º Para tener cabellos bonitos, deje que un niño pase sus dedos por ellos por lo menos una vez al día.
º Para tener buena postura, camine con la seguridad que nunca andará en soledad.
º Las personas, mucho más que las cosas, deben ser restauradas, revividas, rescatadas y redimidas. Jamás arroje a nadie fuera.
º Acuérdese que si alguna vez precisa de una mano amiga, usted la encontrará al final de su brazo. Al volvernos más viejos, descubrimos que tenemos dos manos, una para ayudarnos a nosotros mismos y otra para ayudar al prójimo.
º La belleza de la mujer no está en la ropa que viste, ni en la expresión facial, sino que se refleja en su alma. Está en el cariño que da, en la pasión que demuestra.
º La belleza de una mujer crece con el peso de los años.
El Talmud es un libro que condensa las declaraciones dictados y frases pronunciadas por los rabinos a través del tiempo.
Un dictado termina así: “Cuídate cuando haces llorar a una mujer, pues Dios cuenta sus lágrimas…”
Es conveniente recordar que “la mujer fue hecha de la costilla del hombre, no de los pies para ser pisada, ni de la cabeza para ser superior”.
“Pero sí de su lado, para ser igual. Debajo del brazo, para ser protegida y muy cerca del corazón, para ser amada…”
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