martes, 27 de enero de 2009

Y AHORA, ¿POR DÓNDE CAMINAMOS…?

Tercera cuadra de Almagro, frente al Banco de la Nación, a unos metros de la plaza de armas de Trujillo. ¿Podría usted caminar por la vereda...?

Uno de los problemas vertebrales para casi todas las administraciones municipales de Trujillo, ha sido y es el comercio ambulatorio.

La situación se ha convertido en un asunto neurálgico. Casi sin solución. Caracterizado por vendedores que ocupan toda la vereda o gran parte de ella.

En esa forma dificultan el libre tránsito de las personas que tienen necesidad de desplazarse por las calles de la ciudad.

El panorama se presenta en casi todo el centro cívico y comprende a las comerciantes de dulces sentadas en el suelo o aquellas que ofrecen huevos calientes de codorniz.

Y que decir de los expendedores al paso de marcianos, gelatinas, maní, ñuña, chocolates, chicles y todo lo que se pueda imaginar, provistos de coches y cajas.

En pleno centro están los que venden estuches para discos compactos, controles y antenas para televisión o planos de la ciudad.

No se quedan atrás las chicas que, con celular en la mano, ofrecen llamadas en plena calle a precios de "ganga", aunque al final resulten más caras.

Obstruyen, igualmente, el libre transitar de la gente, quienes cambian monedas extranjeras y se ubican en ambos flancos de la quinta cuadra del jirón Gamarra.

Los transeúntes se ven obligados a descender de la calzada y exponerse al peligro que constituyen los vehículos que circulan a unos cuantos centímetros.

Un poco más lejos de la plaza de armas, los comerciantes colocan sus artículos en las veredas. como sanitarios o camas, dejando un reducido espacio para los peatones.

No faltan los residentes inconscientes que estacionan vehículos de su propiedad en la misma acera en tal forma que los caminantes tienen que bajar a la cinta asfáltica para proseguir.

Y para variar, en transitadas avenidas, cuyos sardineles están pintados de amarillo, indicando que constituyen zona rígida, hay inescrupulosos que ofrecen sus vehículos al aire libre.

Ellos se ubican en las inmediaciones, destruyen las áreas verdes, arrojan sus desperdicios y miccionan en cualquier lugar, sin respetar a nadie.

En todos los casos mencionados, siempre salen perdiendo los ciudadanos que se movilizan por diferentes sectores de nuestra urbe.

Es indispensable que la gerencia de Transportes de la Municipalidad Provincial, en coordinación con la Policía Nacional, se proponga terminar de inmediato con esta sombría realidad.

Que todo sea por nuestra ciudad que, con un poco de conciencia de los comerciantes y sus propios habitantes, puede transformar la ingrata imagen que actualmente presenta.

Trujillo, por su historia y tradición, se merece una mejor prestancia urbanística…

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