domingo, 29 de diciembre de 2013

¡LA LECCIÓN DE CIVISMO DEL PRESIDENTE CHINO…!



             

El presidente chino recibe su comida de bollos al vapor luego de formar la cola como todos...

El comportamiento común de los ciudadanos que son elegidos para ejercer un cargo público es que se distancian de su pueblo.
             
Una verdadera contradicción. Cuando lo ideal sería que se acerquen mucho más a las masas. A quienes, con su voto, los pusieron en el cargo.
             
Además, es la única manera de estar enterados de sus necesidades, problemas y hasta sus aspiraciones.
             
Aquí se elige a una autoridad y contrata a un equipo de seguridad. Adquiere un vehículo último modelo con lunas polarizadas para no ser visto.
             
Y evita caminar por la calle. Sin darse cuenta, tal vez, que se aparta de quienes lo eligieron.
             
Evita acudir a lugares públicos. No camina. Mucho menos utiliza los servicios que emplean las mayorías..
            
No va al mercado. Aunque sea para ver cómo funciona o enterarse del valor de las cosas. Tampoco sube a una unidad de transporte público.
             
Por eso, cuando en cierta ocasión se le preguntó a un congresista sobre el precio del kilo de arroz, no sabía dónde meterse. Salió desaprobado.
            
Ponemos estos ejemplos, tomados de nuestra realidad, para referirnos a la escena protagonizada por el presidente de China el fin de semana pasado.
             
Xi Junping, que es su nombre, saló a recorrer las calles y avenidas de Beijing, la capital de gigante asiático.
             
Sonriente, contestaba el saludo de las personas que pasaban cerca o se cruzaban en su camino.
            
 De repente constató que era la hora de almorzar y decidió hacerlo.
             
Ubicó un restaurante de autoservicio que existía en las inmediaciones y se dirigió a él.
            
Como era hora punta, el local estaba repleto de clientes. Entonces procedió como lo haría cualquier persona civilizada.
             
Se colocó al último de la larga fila y, paciente, conversando con los de la cola, esperó su turno en orden. Para ser atendido igual que el resto.
             
Al llegar, escogió un tradicional y muy popular plato oriental de bollos al vapor cocidos en esterillas de bambú. Pagó 3.46 dólares, menos de diez soles.
            
La multitud que seguía con respeto cada uno de sus actos quedó  sorprendida por su sencillez. Se rindió ante esa actitud y prorrumpió en aplausos.
            
Jinping puso en práctica aquello que siempre invoca a sus funcionarios.  El civismo. Abandonar las posturas y llegar a la gente.
             
Desde que alcanzó el poder, Xi demuestra con humildad que el cargo no lo ha cambiado en absoluto y hace lo posible por acercase cada vez más a su pueblo…

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