Fue uno de los mitos sexuales de la década del setenta. Cuando la gente formaba largas colas para ingresar a las salas de cine.
El teatro Popular, llamado después Ayacucho, ubicado en la sexta cuadra del jirón del mismo nombre, en Trujillo, proyectaba sus películas.
Cuando la cartelera anunciaba a Laura Antonelli, quienes llegaban retrasados, no alcanzaban a entrar, pues los boletos se habían agotado.
Cintas como “Malicia”, "Pasión", “El placer de Venus” y “Pecado venial”, que ahora superviven en DVD, fueron proyectadas con las localidades totalmente repletas.
Su bello rostro, mirada inocente y escultural anatomía, la convirtieron en la preferida del sexo masculino.
Era un símbolo para los hombres. Los jóvenes exhibían su figura en las carátulas de sus cuadernos.
Un día cualquiera dejó de filmar. Después se supo que problemas profesionales y sentimentales la sumieron en una profunda depresión.
Hace unos días, su nombre volvió a ocupar las primeras páginas de los diarios.
Azotada por los golpes de la vida, vive en la indigencia. Los quinientos euros que recibe como pensión, no le alcanzan para subsistir.
Interrogada por un actor con el que compartió alguna vez el reparto, contestó apesadumbrada que sólo desea que la olviden.
Nosotros la recordaremos deslumbrante. Como acostumbró lucir siempre en las pantallas.
El mundo de luces y fantasía que un día la encumbró, se derrumbó por completo. Todo terminó para ella.
Sin desearlo, actualmente se ha convertido la protagonista real de una película que rodó en 1974 titulada “Dios mío, cómo he caído tan bajo”….
1 comentario:
Así es la industria del Cine: exprime a la estrella de turno como un cítrico y después la deja. Entonces, la estrella (ya devenida en "ex-estrella") debe tener la suficiente fortaleza anímica y apoyo de su entorno inmediato, para no entrar en una decadencia que la puede llevar a situaciones límite. Como el caso de la hermosa Laura Antonelli, la sensualidad hecha mujer. Yo personalmente, que disfruté mucho con sus películas, me quedo con es recuerdo de su esplendorosa presencia en pantalla. Esa sensualidad sugerente, mezcla de ingenuidad y voluptuosidad, como muy pocas actrices posteriores han podido exhibir. Hoy todo en el cine es más evidente, más explícito y, por lo mismo, menos interesante. De hecho, el erotismo bien entendido en el cine casi ha desaparecido.
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