Será por su forma esférica, como
Sin ella no se puede practicar. Todo gira a su alrededor. Los jugadores se esfuerzan al máximo para tenerla en su poder, dominarla, dispararla, esconderla o atraparla.
En ese simple y elemental afán consiste el juego. Las demás, son acciones complementarias regidas por un reglamento.
Es increíble pensar que apenas un balón, disputado hasta el último suspiro por veintidós personas en un espacio rectangular de gras, pueda motivar la expectativa de miles y millones de aficionados.
No sólo eso, sino que, a nivel de afiliados, haya permitido la conformación de una entidad que reúne a doscientos seis países de toda condición social. Mucho más que
Y, como es de suponer, también moviliza dinero a raudales.
Suficiente saber que el equipo que se consagre campeón en el Mundial Sudáfrica 2010, recibirá la apreciable suma de treinta millones de dólares.
Aún más, sólo por intervenir en el certamen cada selección obtendrá ocho millones de dólares, aparte del millón recepcionado para invertirlo en prepararse lo mejor posible.
Como para generar envidia, los equipos que tienen jugadores en las selecciones ganarán por cada uno mil seiscientos dólares diarios.
Pensar que todas las naciones del orbe, incluyendo el Perú, están en condiciones de asistir a un mundial y ganar esa fabulosa suma de dinero.
La única condición es trabajar con ahínco. Mucha disciplina. Dedicación. Sacrificio. Alejarse por completo de los vicios y las malas compañías. Nada más.
Aparte, lógicamente, de tener dirigentes probos. Que reconociendo sus errores y la crítica sana, sean conscientes para dejar el cargo en el momento oportuno. Sólo eso.
Mientras tanto, ahora que empieza la contienda, consolémonos en este máximo evento futbolístico aplaudiendo los goles de cualquier país, aunque no sea el nuestro…
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