martes, 16 de febrero de 2010

¡EL CAOS DE LAS TARIFAS Y LOS TAXISTAS DE TRUJILLO…!


Taxistas de Trujillo estacionados de manera incorrecta en medio de la única vía libre para el tránsito peatonal...



Es posible que no exista ciudad en el Perú, donde circule tan elevada cantidad de taxis. Tantos, que parece que se multiplican cada día.

Hay de todos los colores y tamaños. Unos cuantos nuevos y la gran mayoría viejos, impresentables y malolientes.

Si se trata de los choferes, con rarísimas excepciones, cada vez más imprudentes y desaseados. Aparte de tener un vocabulario soez que ni siquiera tratan de soslayar cuando llevan pasajeros.

La relación que tienen con la ciudadanía adquiere contornos desesperantes y de aprovechamiento cuando se trata de concertar el valor del servicio que prestan.

Simplemente cobran lo que se les antoja o “según como observan al cliente”. Son los grandes “vivazos”, hablando en su propio idioma. Y pobre aquel que tenga la mala suerte de ser turista.

Basta consignar el diálogo sostenido con uno de ellos, que había estacionado indebidamente su vehículo en la intersección de los jirones Pizarro y Junín, la noche que hubo un apagón en el centro.

Una pareja de esposos se acerca y le pregunta al conductor por el precio de la carrera a una urbanización. Mira, no se da por aludido y no contesta.

Luego aparecen dos señoritas que van a Santa María y continúa guardando silencio.

Al acercarse una tercera persona, recién se anima a responder: ¿Cuánto quieres pagar, pues…?

Ante la protesta de la gente, porque era un estorbo y daba la impresión de no querer llevar a nadie, no le quedó más remedio que retirarse vacío.

-- Lo que pasa es que estaba buscando a alguien que viviera cerca de su casa, alcanzó a decir una joven.

Durante los días de lluvia que azotó a la ciudad, se sacaron la máscara. Mientras las familias buscaban protegerse del aguacero y retornar a sus hogares, ellos imponían el precio a su gusto. Siempre oneroso.

Ocurrió lo que, en pocas palabras se denomina, aprovecharse de la desgracia ajena.

Por la labor que desempeñan, los taxistas tienen trato directo con las personas que nos visitan quienes, más tarde, ofrecerán un patético testimonio de nosotros.

Es oportuno anotar, que gran parte de la responsabilidad del problema existente corresponde a la Municipalidad Provincial.

Sería conveniente organizar eventos de capacitación a los pilotos para hacerles entender la importante tarea que desempeñan ofreciendo la mejor imagen de la urbe.

Las convocatorias permitirían también para seleccionar a unos y separar a quienes carezcan de las condiciones mínimas de trato con el público.

Sólo así podremos ir recuperando para Trujillo el membrete de Ciudad de la Cultura que, lamentablemente, perdimos hace mucho tiempo…

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