La intención es evitar el "baño de barro" originado por los vehículos que pasan a toda velocidad cerca de nosotros... (Satélite).
Tiempo de lluvia. Días de lluvia. Ola Kelvin. El Niño o lo que fuera. Lo cierto es que Trujillo, como muchas ciudades del Perú y el mundo, soportó días y horas consecutivas de una desacostumbrada manifestación atmosférica.
Estábamos advertidos. Debíamos tomar las debidas precauciones. Pero siempre pensamos que las cosas, fenómenos o accidentes, les ocurren a otros, menos a nosotros.
Y llovió hasta el cansancio. Las viviendas se inundaron y muchos techos demostraron que no estaban construidos para soportar tal inclemencia.
Caminar por las calles se convirtió en un problema. Tanto para eludir los huecos de las veredas y pistas mal conservadas, como para evitar el “baño de barro” originado por cualquier vehículo que pasaba a velocidad cerca de nosotros.
El declive propio de la ciudad convirtió la calzada en verdaderos riachuelos y era suficiente caminar unos cuantos metros para resultar empapado.
La intermitente precipitación pluvial sirvió para comprobar que los centros comerciales no ofertan artículos para protegerse de los aguaceros.
Nadie vende paraguas, impermeables o botas especiales de jebe en Trujillo. A diferencia de lo que sucede en otras urbes del planeta,
Pese a los evidentes daños causados, debemos reconocer que las condiciones climáticas continúan siendo benignas con nosotros.
Existen lugares donde, en los meses de verano como ahora, caen lluvias acompañadas de tifones, tormentas, rayos y truenos.
Los vientos producidos en esas condiciones son tan fuertes que, en algunos casos, desprenden los techos de las casas. Incluso producen la volcadura de vehículos en marcha.
Claro que en esas zonas la información sobre el estado del tiempo es diaria y permanente. Si una persona decide salir, sabe cómo hacerlo y lo que le espera.
Todos los medios de comunicación dan a conocer la temperatura ambiental y las acciones que deben realizarse para evitar sorpresas de mal gusto o desgracias.
Es posible que, después de la experiencia pluviométrica del fin de semana, se produzcan cambios sustanciales en la vida de los trujillanos. Los propietarios asumirán una nueva actitud para reforzar su morada en forma conveniente.
Tal vez, los responsables de las tiendas se animen ofrecer a sus clientes la indumentaria propia para la época de lluvias que amenaza ser una constante.
Entre otros aspectos, las autoridades extremarán el celo en conseguir las partidas necesarias para construir canaletas laterales de drenaje en las vías, supervisar y ordenar la demolición de las construcciones antiguas y las viviendas precarias que constituyen peligro.
Asumir una nueva y efectiva actitud de previsión en beneficio de la seguridad en general, debe ser el compromiso de todos…
Estábamos advertidos. Debíamos tomar las debidas precauciones. Pero siempre pensamos que las cosas, fenómenos o accidentes, les ocurren a otros, menos a nosotros.
Y llovió hasta el cansancio. Las viviendas se inundaron y muchos techos demostraron que no estaban construidos para soportar tal inclemencia.
Caminar por las calles se convirtió en un problema. Tanto para eludir los huecos de las veredas y pistas mal conservadas, como para evitar el “baño de barro” originado por cualquier vehículo que pasaba a velocidad cerca de nosotros.
El declive propio de la ciudad convirtió la calzada en verdaderos riachuelos y era suficiente caminar unos cuantos metros para resultar empapado.
La intermitente precipitación pluvial sirvió para comprobar que los centros comerciales no ofertan artículos para protegerse de los aguaceros.
Nadie vende paraguas, impermeables o botas especiales de jebe en Trujillo. A diferencia de lo que sucede en otras urbes del planeta,
Pese a los evidentes daños causados, debemos reconocer que las condiciones climáticas continúan siendo benignas con nosotros.
Existen lugares donde, en los meses de verano como ahora, caen lluvias acompañadas de tifones, tormentas, rayos y truenos.
Los vientos producidos en esas condiciones son tan fuertes que, en algunos casos, desprenden los techos de las casas. Incluso producen la volcadura de vehículos en marcha.
Claro que en esas zonas la información sobre el estado del tiempo es diaria y permanente. Si una persona decide salir, sabe cómo hacerlo y lo que le espera.
Todos los medios de comunicación dan a conocer la temperatura ambiental y las acciones que deben realizarse para evitar sorpresas de mal gusto o desgracias.
Es posible que, después de la experiencia pluviométrica del fin de semana, se produzcan cambios sustanciales en la vida de los trujillanos. Los propietarios asumirán una nueva actitud para reforzar su morada en forma conveniente.
Tal vez, los responsables de las tiendas se animen ofrecer a sus clientes la indumentaria propia para la época de lluvias que amenaza ser una constante.
Entre otros aspectos, las autoridades extremarán el celo en conseguir las partidas necesarias para construir canaletas laterales de drenaje en las vías, supervisar y ordenar la demolición de las construcciones antiguas y las viviendas precarias que constituyen peligro.
Asumir una nueva y efectiva actitud de previsión en beneficio de la seguridad en general, debe ser el compromiso de todos…
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