Según una reciente encuesta, la mayoría de los peruanos no cree en los partidos políticos, ni en la democracia...
Ante la aparición de numerosos candidatos con pretensiones de participar en las próximas elecciones regionales y municipales, se acaba de realizar una encuesta.
La investigación estuvo a cargo del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica de Lima.
Una de las vertebrales preguntas formuladas a los encuestados fue si creía o confiaba en los partidos políticos.
La respuesta fue sorprendente. El sesenta y nueve por ciento, más de las dos terceras partes, de los entrevistados, contestó estar poco o nada interesado en la política.
Y, ante la interrogante de cómo cree que será la situación política dentro de un año, el cincuenta por ciento considera que será igual y sólo el veintitrés por ciento piensa que mejorará.
Apenas el cuarenta y dos por ciento está satisfecho con el sistema democrático, lo que demuestra que la ciudadanía pierde cada día mayor credibilidad en este aspecto.
El sondeo prueba que la democracia como forma de gobierno preferida viene descendiendo en forma paulatina desde fines del año pasado, lo que no deja de preocupar.
Sin embargo, el estudio sirvió para confirmar nuevamente que las instituciones más desacreditadas ante la opinión pública son los partidos políticos, el poder Judicial y el Congreso.
En el lado opuesto, las entidades más confiables son los medios de comunicación y la iglesia Católica.
Definitivamente, la ciudadanía desconfía de la clase política y no espera que la situación cambie, ni tampoco mejore, con la elección de nuevas autoridades.
La mediocridad e ineficiencia para dirigir de la clase dirigente actual es atribuida como principal motivo de la alarmante indiferencia de la gente.
Así mismo, los numerosos ofrecimientos sin fundamento alguno, con el exclusivo objetivo de ganar votos, que ni siquiera son tratados cuando se logran los cargos.
De manera particular, la colectividad estima que el cambio de gobernantes, necesariamente, no significará una modificación de la actitud ante la corrupción existente.
En conclusión, todos los aspavientos, ajustes y movimientos que programan y ejecutan las agrupaciones y los posibles candidatos para conducir el país, tiene muy poco significado para la población.
Igualmente, que las ansias de poder no guardan ninguna relación con el sistema democrático, ni con lo que el electorado espera de él.
Ante ese indeciso panorama, las esperanzas que el Perú vaya saliendo exitosamente del subdesarrollo se ven cada vez más lejanas…
La investigación estuvo a cargo del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica de Lima.
Una de las vertebrales preguntas formuladas a los encuestados fue si creía o confiaba en los partidos políticos.
La respuesta fue sorprendente. El sesenta y nueve por ciento, más de las dos terceras partes, de los entrevistados, contestó estar poco o nada interesado en la política.
Y, ante la interrogante de cómo cree que será la situación política dentro de un año, el cincuenta por ciento considera que será igual y sólo el veintitrés por ciento piensa que mejorará.
Apenas el cuarenta y dos por ciento está satisfecho con el sistema democrático, lo que demuestra que la ciudadanía pierde cada día mayor credibilidad en este aspecto.
El sondeo prueba que la democracia como forma de gobierno preferida viene descendiendo en forma paulatina desde fines del año pasado, lo que no deja de preocupar.
Sin embargo, el estudio sirvió para confirmar nuevamente que las instituciones más desacreditadas ante la opinión pública son los partidos políticos, el poder Judicial y el Congreso.
En el lado opuesto, las entidades más confiables son los medios de comunicación y la iglesia Católica.
Definitivamente, la ciudadanía desconfía de la clase política y no espera que la situación cambie, ni tampoco mejore, con la elección de nuevas autoridades.
La mediocridad e ineficiencia para dirigir de la clase dirigente actual es atribuida como principal motivo de la alarmante indiferencia de la gente.
Así mismo, los numerosos ofrecimientos sin fundamento alguno, con el exclusivo objetivo de ganar votos, que ni siquiera son tratados cuando se logran los cargos.
De manera particular, la colectividad estima que el cambio de gobernantes, necesariamente, no significará una modificación de la actitud ante la corrupción existente.
En conclusión, todos los aspavientos, ajustes y movimientos que programan y ejecutan las agrupaciones y los posibles candidatos para conducir el país, tiene muy poco significado para la población.
Igualmente, que las ansias de poder no guardan ninguna relación con el sistema democrático, ni con lo que el electorado espera de él.
Ante ese indeciso panorama, las esperanzas que el Perú vaya saliendo exitosamente del subdesarrollo se ven cada vez más lejanas…
1 comentario:
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