viernes, 21 de agosto de 2009

¡MULTAS MÁS SEVERAS, MENOS INFRACCIONES…!


Las infracciones disminuyeron desde que se se puso en vigencia el nuevo Código de Tránsido. Las sanciones fuertes si son coercitivas...

Hace poco más de un mes entró en vigencia el nuevo Código de Tránsito con sanciones tan severas que motivó el inexplicable rechazo de los conductores.

Incluso en anterior comentario expresamos que no había lugar para esa preocupación, pues las multas sólo serían aplicadas a los transgresores.

Lo cierto es que la radical determinación, que contó con el respaldo de la población, fue adoptada debido a la interminable racha de accidentes en los centros urbanos y las distintas carreteras del país.

Luego de más de treinta días de implantarse la norma, los datos estadísticos demuestran que se ha reducido significativamente el número de infracciones.

Según información del ministerio de Transportes, en el 2008 ascendieron a 48,216 papeletas en la capital.

Mientras que en el mismo período del presente año las sanciones alcanzaron a 21,177 lo que significa que han disminuido en 27,039.

Las faltas más comunes que aún persisten cometerse son: pasarse la luz roja, no usar cinturón de seguridad, carecer de revisión técnica y utilizar la bocina en forma indebida.

Los datos son una clara evidencia que elevar el costo de los castigos económicos ha impulsado a los pilotos a tener mayor cuidado en el momento de estar frente al volante.

Justamente esa era intención de la legislación, pues los accidentes automovilísticos habían alcanzado cifras exorbitantes.

La misma rudeza de las sanciones de tránsito podría adoptarse para combatir los actos delincuenciales que aumentan cada día ante la indiferencia de los entes responsables.

Conste que no sólo basta con aumentar el número de efectivos policiales y patrulleros, que en realidad se necesitan y son importantes, sino también en endurecer las leyes.

Este aspecto es fundamental y jamás debe perderse de vista. Porque la práctica está demostrando que por una y otra circunstancia, con frecuencia, sale beneficiado quien delinque.

La ciudadanía ha palpado esta dura realidad hace buen tiempo y expresa su incomodidad en diferentes formas debido a la desesperante inseguridad existente.

Fatalmente, su reclamo no encuentra el eco que la colectividad, con mucha razón, exige. ¿Qué se espera para actuar con energía…?

¿Tal vez que el monstruo siga creciendo hasta que se haga más difícil derrotarlo…?

No olvidemos que, al final, todos saldremos perdiendo. Y allí radica el peligro…

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