Debe multarse a los choferes que abusan con las bocinas en Trujillo...
Un total de 55,321 papeletas por
sonar las bocinas en exceso impusieron los efectivos de la Policía de Tránsito
el año pasado en Lima.
La sanción fue aplicada por el abuso
de los conductores privados y del servicio público al circular por las calles y
avenidas de la capital.
Cada multa corresponde al cuatro por
ciento de la Unidad Impositiva Tributaria y equivale a 154 soles, según el
Reglamento de Tránsito.
Debido a la reincidencia de los
pilotos en el uso de este implemento, los expertos sugieren que la falta sea
considerada grave.
Así mismo, opinan que se eleve su
monto y quede exenta de descuentos con la finalidad que los conductores tengan
más cuidado al usarla.
Como se sabe, los ruidos molestos producidos
por los vehículos en el radio urbano tienen serias consecuencias en el
organismo humano.
Figuran entre ellas dolores de cabeza, náuseas, irritación,
nerviosismo, estrés y enfermedades sicológicas similares.
Es importante resaltar que en la
mayoría de ciudades del país los choferes accionan las bocinas de sus vehículos
con inusitada frecuencia.
No obstante que la Organización
Mundial de la Salud recomienda un máximo
de 55 decibeles en las zonas urbanas, del Perú superan fácilmente los ochenta.
Según estudios realizados sobre la
materia, este problema se debe a la falta de educación vial, la informalidad y el
escaso profesionalismo.
Esta es la caótica realidad del país
donde las exigencias para manejar un auto son las básicas y es la posible causa
de frecuentes infracciones.
La situación no es nueva. Se
presenta desde hace muchos años sin que se hayan encontrado los mecanismos adecuados
para superarla.
Trujillo no está al margen de ese
alarmante panorama, con el ingrediente que aquí, aparte de la bocina, miles de
vehículos cuentan, de manera inexplicable, con odiosas sirenas.
En este sentido, la nueva administración
municipal, con Elidio Espinoza Quispe como alcalde, tiene una enorme
responsabilidad al respecto.
Él, que ha dedicado parte de su vida
a lucir con honor el uniforme de la Policía Nacional, tiene ahora la magnífica oportunidad de cambiar la imagen de la
ciudad. .
Conociendo muy bien la problemática
e idiosincrasia de los choferes trujillanos, solo le corresponde actuar de
acuerdo a ley.
Sabe cómo llegar a ellos para
convencerlos a eliminar las innecesarias y mortificantes sirenas y cornetas,
así como controlar el empleo de las bocinas.
Multas y sanciones económicas esperan
a los irresponsables que persistan en seguir atentando contra la buena imagen
de nuestra urbe.
Tal como ocurre con las grandes
metrópolis del mundo, Trujillo debe volver a ser tan apacible como antes,
cuando se ganó el envidiable membrete de ciudad culta…
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