La ley es representada en todo el mundo por una mujer con los ojos vendados, con una balanza en una mano y una espada en la otra y todos los pueblos del mundo confían en ella...
“La ley (justicia) debe
ser como la muerte,
que no exceptúa a nadie…”
(C. de S. Barón de Montesquieu)
Los ciudadanos del mundo se apoyan en la justicia para convivir en un ambiente de paz, apartados de todo aquello que corroe la sociedad.
Por esa razón la ley es representada por una mujer con los ojos vendados, una balanza en una mano y una espada en la otra.
Lo primero, es para no dar privilegios a nadie, la báscula para ser equilibrada y el sable para sancionar y eliminar lo malsano.
El Perú no es la excepción, por eso sorprende que el más alto representante del poder Judicial no haya considerado como algo nocivo la opción partidaria de los jueces.
“Estamos en un país democrático donde todas las filiaciones son compatibles con el estado constitucional de derecho”.
“Los corazoncitos tienen que respetarse, porque hay algunas lealtades que yo aplaudo y felicito”.
Fueron sus palabras textuales refiriéndose al pedido de un fiscal supremo de archivar el caso de una legisladora suspendida.
Enseguida negó en forma tajante que su orientación partidaria pueda afectar la labor objetiva de sus magistrados.
En otro momento manifestó que no se debe marginar a un juez por sus preferencias políticas, lo que puede entenderse como un absurdo.
Fatalmente, coincidimos que cuando se trata de investigar y dictaminar el veredicto sobre alguien que pertenece al partido de sus simpatías, se produce un conflicto realmente nefasto.
Consideramos que ante situaciones de esa índole lo correcto es abstenerse de aplicar la ley, pues se corre el peligro de experiorizar preferencias.
Ante un problema tan serio como el presentado con la cuestionada congresista, las expresiones del alto representante del poder Judicial, pueden hacer suponer una sentencia carente de imparcialidad.
Y, en momentos que la justicia peruana es severamente cuestionada por la ciudadanía, como lo demuestran sus bajísimos niveles de aprobación, apreciaciones como las mencionadas resultan altamente perjudiciales.
Esperamos que se trate sólo de un exabrupto. Por que el clamor popular se inclinará siempre ante un poder Judicial digno, transparente, honesto y, especialmente, justo.
Alejado del mínimo interés, mucho menos, político…
ser como la muerte,
que no exceptúa a nadie…”
(C. de S. Barón de Montesquieu)
Los ciudadanos del mundo se apoyan en la justicia para convivir en un ambiente de paz, apartados de todo aquello que corroe la sociedad.
Por esa razón la ley es representada por una mujer con los ojos vendados, una balanza en una mano y una espada en la otra.
Lo primero, es para no dar privilegios a nadie, la báscula para ser equilibrada y el sable para sancionar y eliminar lo malsano.
El Perú no es la excepción, por eso sorprende que el más alto representante del poder Judicial no haya considerado como algo nocivo la opción partidaria de los jueces.
“Estamos en un país democrático donde todas las filiaciones son compatibles con el estado constitucional de derecho”.
“Los corazoncitos tienen que respetarse, porque hay algunas lealtades que yo aplaudo y felicito”.
Fueron sus palabras textuales refiriéndose al pedido de un fiscal supremo de archivar el caso de una legisladora suspendida.
Enseguida negó en forma tajante que su orientación partidaria pueda afectar la labor objetiva de sus magistrados.
En otro momento manifestó que no se debe marginar a un juez por sus preferencias políticas, lo que puede entenderse como un absurdo.
Fatalmente, coincidimos que cuando se trata de investigar y dictaminar el veredicto sobre alguien que pertenece al partido de sus simpatías, se produce un conflicto realmente nefasto.
Consideramos que ante situaciones de esa índole lo correcto es abstenerse de aplicar la ley, pues se corre el peligro de experiorizar preferencias.
Ante un problema tan serio como el presentado con la cuestionada congresista, las expresiones del alto representante del poder Judicial, pueden hacer suponer una sentencia carente de imparcialidad.
Y, en momentos que la justicia peruana es severamente cuestionada por la ciudadanía, como lo demuestran sus bajísimos niveles de aprobación, apreciaciones como las mencionadas resultan altamente perjudiciales.
Esperamos que se trate sólo de un exabrupto. Por que el clamor popular se inclinará siempre ante un poder Judicial digno, transparente, honesto y, especialmente, justo.
Alejado del mínimo interés, mucho menos, político…
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