El Congreso peruano quiere debatir las dos cámaras, pero no la renovación por tercios, ni la no reeleción, porque afectan a sus intereses...
Si hay algo que rescatar del Parlamento, cuando se trata de defender los intereses de sus miembros, es su incisiva terquedad.
Aquella permanente insistencia para solicitar el debate de un proyecto, aunque no cuente con la aprobación de las mayorías.
Es lo que ocurre ahora con la bicameralidad, considerada innecesaria para la opinión pública. La que muestra su total rechazo a través de numerosas encuestas.
Luego de más de medio año de no haber alcanzado la votación necesaria, la presidenta de la comisión de Constitución anuncia que “es el momento” que el Congreso vuelva a discutir el cuestionado tema.
En ningún caso se tiene en cuenta el sentir ciudadano que ni siquiera aprueba el accionar de los actuales congresistas, mucho menos será para aceptar el retorno de las dos cámaras.
Los representantes más veteranos, quienes llevan cuatro o más períodos en el cargo, son los más entusiasmados, pues encontrarán en la restitución del Senado el albergue anhelado para permanecer hasta sus últimos días viviendo a costas del estado.
Ellos han hecho de la política un estilo de vida. Una especie de “profesión” que se les hace muy difícil abandonar.
Por esa razón, en todas las campañas electorales trabajan a fondo para lograr la ansiada reelección, aunque carezcan de los méritos y condiciones indispensables para ocupar una curul.
A propósito, han transcurrido tres meses y ni siquiera ha pasado por la mente de los congresistas abordar la propuesta del Presidente, quien en fiestas patrias solicitó aprobar el proyecto de renovación de los representantes por tercios o mitades.
Todos, absolutamente todos, se dan por desentendidos. Incluyendo los integrantes del partido de gobierno, quienes deberían ser los primeros en cumplir con el mandato de su líder.
Allí se demuestra, de manera fehaciente, la forma sesgada de pensar y actuar de quienes tienen la elevada función de legislar.
No tratan de la renovación futura de los congresistas menos eficientes, como lo ha planteado el primer mandatario, pero si quieren debatir nuevamente la bicameralidad, que no fue aprobada oportunamente y nadie quiere.
Así se evidencia, una vez más, lo que el país entero conoce de ellos desde hace mucho tiempo, su carencia de honestidad, sentido ético y conciencia ciudadana.
Tal vez sería oportuno que ingresen en la agenda el proyecto que ningún parlamentario postule a la reelección, tal como ocurre con el Presidente.
Igualmente que ocupen el cargo por un máximo de dos períodos. Pero, eso es imposible, porque la totalidad persigue perennizarse en el Legislativo.
Duele decirlo, pero el Perú estaría mucho mejor, si tuviéramos legisladores que realmente se desempeñen en beneficio del país y no de sí mismos…
Aquella permanente insistencia para solicitar el debate de un proyecto, aunque no cuente con la aprobación de las mayorías.
Es lo que ocurre ahora con la bicameralidad, considerada innecesaria para la opinión pública. La que muestra su total rechazo a través de numerosas encuestas.
Luego de más de medio año de no haber alcanzado la votación necesaria, la presidenta de la comisión de Constitución anuncia que “es el momento” que el Congreso vuelva a discutir el cuestionado tema.
En ningún caso se tiene en cuenta el sentir ciudadano que ni siquiera aprueba el accionar de los actuales congresistas, mucho menos será para aceptar el retorno de las dos cámaras.
Los representantes más veteranos, quienes llevan cuatro o más períodos en el cargo, son los más entusiasmados, pues encontrarán en la restitución del Senado el albergue anhelado para permanecer hasta sus últimos días viviendo a costas del estado.
Ellos han hecho de la política un estilo de vida. Una especie de “profesión” que se les hace muy difícil abandonar.
Por esa razón, en todas las campañas electorales trabajan a fondo para lograr la ansiada reelección, aunque carezcan de los méritos y condiciones indispensables para ocupar una curul.
A propósito, han transcurrido tres meses y ni siquiera ha pasado por la mente de los congresistas abordar la propuesta del Presidente, quien en fiestas patrias solicitó aprobar el proyecto de renovación de los representantes por tercios o mitades.
Todos, absolutamente todos, se dan por desentendidos. Incluyendo los integrantes del partido de gobierno, quienes deberían ser los primeros en cumplir con el mandato de su líder.
Allí se demuestra, de manera fehaciente, la forma sesgada de pensar y actuar de quienes tienen la elevada función de legislar.
No tratan de la renovación futura de los congresistas menos eficientes, como lo ha planteado el primer mandatario, pero si quieren debatir nuevamente la bicameralidad, que no fue aprobada oportunamente y nadie quiere.
Así se evidencia, una vez más, lo que el país entero conoce de ellos desde hace mucho tiempo, su carencia de honestidad, sentido ético y conciencia ciudadana.
Tal vez sería oportuno que ingresen en la agenda el proyecto que ningún parlamentario postule a la reelección, tal como ocurre con el Presidente.
Igualmente que ocupen el cargo por un máximo de dos períodos. Pero, eso es imposible, porque la totalidad persigue perennizarse en el Legislativo.
Duele decirlo, pero el Perú estaría mucho mejor, si tuviéramos legisladores que realmente se desempeñen en beneficio del país y no de sí mismos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario