Nació como todos los árboles. Destinado a crecer de pie. En forma vertical.
Sin embargo, por esas cosas del destino no pudo mantenerse derecho. De manera irremediable, se inclinó a un costado.
Intentó levantarse y no pudo. Lo hizo varias veces como lo evidencia su estructura. Pero fue imposible. No hubo más remedio que someterse a las leyes físicas.
Adquirió entonces, una caprichosa forma horizontal, en casi toda su longitud. Separada, en varios metros, apenas por unos centímetros del suelo.
Como fue imposible luchar contra aquello que lo llevaría a la muerte, extendió sus brazos. Acudió al Señor. Pidió clemencia.
El cielo escuchó su ruego. Recibió el don del perdón y siguió viviendo.
Y allí está perennizado. Con sus dos amplias ramas tupidas de follaje siempre verde. Aunque sus raíces estén casi sedientas y áridas.
Es el arbusto más raro de Trujillo. Si un día visitan nuestra ciudad lo podrán admirar y tomarse muchas fotos cerca. Incluso sentarse en su extraño tallo.
Está a cuatro cuadras de la plaza de Armas, frente al Paseo de las Letras, a un costado de la tribuna sur del estadio Mansiche y la piscina Olímpica.
Tengan la seguridad que, con todos esos detalles, no será difícil encontrarlo.
Cuando lleguen hasta él, es probable que se sientan muy bien. Porque estarán en contacto con la naturaleza y, sobre todo, compartiendo su acostumbrada soledad.
Los árboles, que nos brindan sombra y mucha salud, se muestran felices cuando saben que estamos a su lado. Haciéndoles compañía…
Sin embargo, por esas cosas del destino no pudo mantenerse derecho. De manera irremediable, se inclinó a un costado.
Intentó levantarse y no pudo. Lo hizo varias veces como lo evidencia su estructura. Pero fue imposible. No hubo más remedio que someterse a las leyes físicas.
Adquirió entonces, una caprichosa forma horizontal, en casi toda su longitud. Separada, en varios metros, apenas por unos centímetros del suelo.
Como fue imposible luchar contra aquello que lo llevaría a la muerte, extendió sus brazos. Acudió al Señor. Pidió clemencia.
El cielo escuchó su ruego. Recibió el don del perdón y siguió viviendo.
Y allí está perennizado. Con sus dos amplias ramas tupidas de follaje siempre verde. Aunque sus raíces estén casi sedientas y áridas.
Es el arbusto más raro de Trujillo. Si un día visitan nuestra ciudad lo podrán admirar y tomarse muchas fotos cerca. Incluso sentarse en su extraño tallo.
Está a cuatro cuadras de la plaza de Armas, frente al Paseo de las Letras, a un costado de la tribuna sur del estadio Mansiche y la piscina Olímpica.
Tengan la seguridad que, con todos esos detalles, no será difícil encontrarlo.
Cuando lleguen hasta él, es probable que se sientan muy bien. Porque estarán en contacto con la naturaleza y, sobre todo, compartiendo su acostumbrada soledad.
Los árboles, que nos brindan sombra y mucha salud, se muestran felices cuando saben que estamos a su lado. Haciéndoles compañía…
No hay comentarios:
Publicar un comentario