La sustracción de las maletas de dos miembros de la delegación gaucha de fútbol jamás debió ocurrir...La noticia corrió por todo el mundo. Y, en verdad, nos da vergüenza. Dos miembros de la delegación argentina de fútbol, sufrieron el robo de sus maletas.
El delito fue cometido por una persona que ingresó, durante su ausencia, a la habitación de un lujoso hotel limeño donde se hospeda.
Previamente, el sujeto solicitó la tarjeta magnética de la puerta, según registró la cámara de circuito cerrado del local.
Cuando regresaron, comprobaron la desaparición de sus pasaportes, ropa, dinero, tarjeta de crédito y ordenadores.
Lo ocurrido es criticable, desde todo punto de vista. No hay nada que justifique el desprestigio del país y el daño causado a quienes nos visitan.
Conste que no es la primera vez que se producen hechos de esta índole. En anteriores oportunidades viajeros de otras naciones, han experimentado similares atropellos.
La razón fundamental de estos sucesos se basa en la liviandad de las leyes peruanas. Son sumamente paternalistas y benévolas.
Y mientras esas normas penales persistan, la situación se mantendrá inalterable. Con el riesgo que se incrementen.
Está comprobado que la delincuencia avanza ante la indiferencia de todos los estamentos del gobierno, incluyendo los congresistas que fueron elegidos para velar por los derechos de la población.
Abran los ojos. ¡Por favor…! Endurezcan las leyes. Lean la legislación de otros países donde los delitos son menores, porque sus leyes son severas.
Mientras no se adopten acciones radicales en ese sentido, seguiremos lamentando sucesos como el que comentamos.
No sólo eso, continuaremos en la lista de los países en riesgo o peligro para los turistas, aunque tengamos al Cuzco como una de las Siete Maravillas del Mundo.
Autoridades y representantes: ¡Despierten…! Y actúen. Es la única forma de evitar la humillación y deshonra debido a las acciones delictivas de algunos compatriotas.
En lo que respecta a los hermanos argentinos. Sin poder ocultar nuestro sonrojado rostro. Las más sinceras disculpas…
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