Reloj de la catedral de Trujillo, que en forma inexplicable no funciona desde hace un tiempo, mostrando el controvertido número romano IIII....
Cada vez que cualquiera de nosotros camina por la plaza de Armas de Trujillo y dirige la mirada al reloj de la Basílica Menor , queda sorprendido por la nomenclatura que luce en el régimen románico.
La representación gráfica, aparentemente, es correcta. Sin embargo, si usted es observador, constatará que el número cuatro figura como IIII y no IV.
Es que desde los iniciales estudios en la escuela los profesores nos enseñaron que luego del III, en romanos, continuaba el IV.
Entonces, ¿Qué pasó con el reloj de la primera iglesia de nuestra ciudad…?
Esta es la explicación. Los números romanos son signos que utilizan letras mayúsculas a las que se les ha asignado un valor determinado.
Actualmente, se usan para denominar los capítulos o tomos de un libro, separar los actos o escenas de una obra teatral, nombrar a los papas, reyes o emperadores y designar eventos de diversa índole.
Cuenta la tradición que Luís XIV, de Francia, llamado el Rey Sol, convocó un concurso para establecer a la persona que fabricara un reloj con algún error que no pudiera ser percibido por el monarca.
Nadie podía lograrlo hasta que llegó a la corte un relojero que colocó el IIII en lugar de IV.
Algunos sostienen que, desde entonces, los cronómetros continuaron escribiéndose de esa manera.
Otra leyenda relata que el rey Carlos V de Inglaterra ordenó confeccionar un reloj y cuando se le presentó el trabajo mostró su disconformidad.
Equivocadamente, corrigió al fabricante, diciéndole: “El rey nunca se equivoca”.
Entonces, para evitar ofender y faltar el respeto a la majestad, inscribió el llll en lugar de IV.
Remontándose a la historia, el sistema numérico de los romanos deriva del empleado por los etruscos, quienes habitaron Italia entre los siglos VII y IV antes de Cristo.
Los romanos usaron un procedimiento basado en el método aditivo según el cual l y l era ll, II y ll eran llll, V y ll igual Vll.
Más tarde, se empezó a emplear la norma sustractiva en que la cifra anterior resta su cantidad a la siguiente.
Es decir que, en lugar de escribir 9 como la suma de 5 más 4 (Vllll), se registraba como la resta de 10 menos 1 (lX).
La ventaja era que se disminuía la anotación de guarismos, mediante el uso de menos símbolos. Por eso, el llll pasó a ser lV.
También se hace para evitar la confusión en la numeración, por su posición en el círculo, en relación con el horario y el minutero. Escribiendo llll, se nota mejor la diferencia.
Por esa razón, cada vez que vuelva a transitar por nuestra plaza de Armas y vea el reloj de la Catedral exhibiendo el número romano como IIII, no se alarme.
Se trata de una decisión “aprobada” para escribir en esa forma el cuatro como ocurre en la mayoría de los relojes del mundo.
Raro. ¿Verdad…?
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