recuerda la fuente…”
(Proverbio chino)
Los momentos pre-electorales son propicios para todo. Especialmente para prometer y esperanzar al elector. Aunque jamás se cumpla lo ofrecido.
Tal como sucedió en la última cita del CADE, donde un candidato a la presidencia adelantó entre sus primeras acciones, en caso de ser elegido, aumentar el sueldo a los profesores.
La explicación es simple. De acuerdo al interés del político, los docentes representan en cifras, un número considerable de votos.
Lamentablemente, y tal como se hizo en anterior oportunidad, el incremento sólo está dirigido a los activos.
Todo lo contrario ocurre con los maestros cesantes y jubilados que, debido a la constante elevación del costo de vida, necesitan un urgente reajuste en sus exiguos ingresos.
En efecto, ese importante sector del magisterio ha sido desatendido de manera inexplicable por todos los gobiernos.
Incluso, quien ahora pretende volver al sillón presidencial, los dejó de lado en forma inmisericorde cuando efectuó el último aumento.
No sólo eso. Contando con el apoyo del congreso, cuyos integrantes también se nutrieron de las enseñanzas de los profesores, los despojó injustamente de los beneficios de la ley 20530.
Desde entonces, los cesantes y jubilados del sector educación quedaron marginados por completo. Hoy ocupan los últimos peldaños de la sociedad peruana.
Los políticos hablan de bonanza económica, de proyectos, de grandes obras. No obstante, olvidan a quienes les hicieron beber los primeros sorbos del conocimiento universal.
Soslayan a sus segundos padres. A aquellos que gozan en silencio del triunfo de sus alumnos. Pero, en su intimidad, no logran entender esa indiferencia.
El implacable paso del tiempo ha corroído su cuerpo. No padecen las penurias de una, sino de varias enfermedades.
No hay ninguna consideración para ellos. En otros países poseen ciertas prerrogativas en el transporte y los espectáculos públicos. En el Perú, no existe nada de eso.
Es la ley de la vida y hay que seguir adelante. Los gobernantes, basados en el soporte de su poder económico. Los maestros cesantes y jubilados, sólo apoyados en su bastón, con la única satisfacción del deber cumplido.
Sin embargo, creemos que los gobernantes o alguien deben escuchar su llamado. Algo tiene que hacerse y pronto.
Porque los hombres de bien lo último que pueden perder, es la gratitud…
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