Si hay alguna labor que destacar del actual gobierno municipal, entre otras acciones, es haber desarrollado un plan para reparar las veredas en ciertos sectores de la ciudad.
Es posible que razones presupuestales hayan impedido atender otras zonas que aún muestran el destrozo causado por el tiempo o la pobreza del material utilizado.
Debemos reconocer que nuevas y hermosas veredas se construyeron en pleno centro y urbanizaciones.
En algunos casos hasta hubo el cuidado de resaltar en el piso las guías que emplean los invidentes para caminar seguros. Ese, es un gran avance.
Otro aspecto importante es el trazado de rampas que cumplen un papel primordial en el desplazamiento de los discapacitados.
Todo ello ha otorgado a Trujillo un agradable panorama, especialmente para los turistas que suelen visitarnos.
No obstante, se descuidó un simple detalle. Si en una esquina se colocó una rampa, lo mismo debió hacerse en la vereda de enfrente.
Por lo menos, eso es lo lógico, Si alguien, en una silla de ruedas, baja de la acera para cruzar la calzada, se entiende que debe haber otro declive por donde subir.
Pero, en numerosos casos no existen, entonces se pierde continuidad. Esto demuestra que los trabajos se planificaron sin la proyección que se hubiese deseado.
Los responsables sólo se circunscribieron a la tarea encomendada: No se pensó en el factor humano en su complejidad.
Así se ocasionó un serio problema a quienes requieren de las facilidades urbanísticas adecuadas para movilizarse por las calles debido a padecer una enfermedad.
No se debe olvidar que donde existe una rampa para bajar, al frente debe estar otra similar para subir.
Sin embargo, no está todo perdido. El problema se soluciona disponiendo que se construya la rampa complementaria o inmediata.
Así evitaremos que nuestros hermanos con limitaciones físicas y sus acompañantes, al descender de una vereda e intentar avanzar por la otra, digan: Y ahora, ¿Por dónde subo…?
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