Todos dicen lo mismo. No hay mejor etapa en la vida de los seres humanos que la época escolar.
Aquella decena de años o algo más, de nuestra infancia y juventud, que la pasamos asistiendo en forma puntual al centro de estudios.
Pero no sólo para hacer acto de presencia. Sino para aprender y "lo que es más difícil", todos los días con la lección aprendida.
Corriendo el peligro de salir desaprobado. Que es lo peor que le puede ocurrir a un estudiante.
Personalmente, soy de raíces sanjuanistas. Sin embargo, en el ambiente profesional de la docencia conocí a exalumnos de otros planteles de Trujillo.
Como el profesor Víctor Bolaños Gil, quien egresó con la promoción “Félix Valverde Salvador” del colegio particular “Gran Mariscal Luis José de Orbegoso”, que en estos días celebra sus Bodas de Oro.
Recordando con nostalgia esa inolvidable fase de la vida, relató una graciosa anécdota del maestro Horacio “Checho” Condemarín cierto día, luego de entregar las pruebas calificadas del curso de Física.
Abrumado con tantos exámenes, el profesor había cometido el error de no sumar cinco puntos y calificó a un compañero del salón con 08, en la escala de 0 a 20.
Con sumo respeto y lógico miedo, como era la costumbre de tratarlos, el joven se le acercó hasta su pupitre para reclamarle.
-- Qué son cinco puntos hijo. Largo de acá. ¡Tienes 08 y todavía reclamas…! contestó con tono enérgico.
El alumno perjudicado, salió desaprobado al final de año.
En ese entonces, la palabra del docente era absoluta. No había más. Jamás se aceptaba una sola réplica.
Ahora. Medio siglo después. Casi todo eso ha cambiado en las aulas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario