Sólo podemos hacer más grande al Perú con la práctica constante de los valores...
La reciente celebración de las Fiestas Patrias en el Perú, fue motivo para reflexionar en torno a varios aspectos trascendentales en el devenir del país.
La expectativa principal giró en torno al mensaje presidencial, aunque dejó ciertas dudas, pues varios de sus planteamientos no podrán ejecutarse por falta de tiempo.
Otro punto importante de la conmemoración correspondió al resultado de las diversas encuestas urbanas aplicadas a la colectividad en torno al sentimiento nacional.
La mayoría coincidió en expresar el orgullo de ser peruano por el rico patrimonio histórico y cultural, los recursos y paisajes naturales, así como nuestra gastronomía reconocida a nivel mundial.
Sin embargo, debemos reconocer que esta fecha de la peruanidad, no sólo consiste en colocarse la escarapela en la solapa, poner la bandera patria en la fachada de la casa o cantar y gritar, con lisuras, que viva el Perú.
No. Tal vez lo más trascendente es mirar para atrás, ver en qué erramos y proyectarnos al futuro comprometiéndonos fielmente con la práctica de los valores.
Hacer conciencia que nos hemos alejado de aquello que constituye motivo de orgullo en las grandes naciones partiendo de actuar con responsabilidad y dignidad.
Es necesario analizar las razones por las cuales se nos hace tan difícil ser sinceros. Decir siempre la verdad en la relación con los demás, así como respetar las leyes y reglamentos vigentes.
Algo aún más elemental, que ni siquiera requiere invertir dinero, es ser puntual. Llegar a la hora pactada a las reuniones y citas. Mucho más si son oficiales. Todo en el Perú, empieza cuando la hora ha pasado. Eso es ridículo, vergonzoso y nos hace quedar mal ante los ojos del mundo.
Y, principalmente, tratar de alejarnos de la corrupción, aquel flagelo que invade y carcome los más recónditos estamentos del territorio, aplicando sanciones ejemplares.
En lo que respecta al estado, es ineludible enfrentar de plano el problema de la delincuencia que avanza sin adoptarse de manera radical medidas coercitivas del caso y el desempleo, una de las causas de la pobreza, así como los reclamos sociales.
Aprovechar los tratados de libre comercio con otros países para invitarlos a invertir en el medio, establecer fábricas, laboratorios y similares aprovechando los recursos humanos y materiales existentes.
Simultáneamente, otorgarles las facilidades, garantías y seguridad para promover su expansión. El éxito que alcancen, será el mejor incentivo para que otras transnacionales vengan a instalarse.
Esa debe ser la preocupación fundamental del gobierno en lo que compete a la promoción de fuentes de trabajo en pos del desarrollo.
Corresponde a la ciudadanía asumir la imperiosa necesidad de reorientar nuestro comportamiento, sobre la base del orden, la disciplina y el respeto al derecho de los demás.
Recién entonces podremos decir, con el pecho henchido y la frente en alto, que amamos al Perú y estamos orgullosos de haber nacido en esta tierra…
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