La avenida España, diariamente colmada de vehículos, luce libre del serio trastorno que producen los taxis, micros y combis...
A propósito del paro de transportistas protestando por la severidad de las sanciones que constan en el nuevo Código de Tránsito, Trujillo exhibió sin el enredo producido por taxis, micros y combis.
Los primeros, que cruzan las vértebras de la ciudad, circularon escasamente dejando amplia libertad al seguro transitar de los peatones.
Nuestra localidad tiene la mala suerte de poseer taxis de todos los colores existentes, lo que de por sí, ya es una muestra de confusión y desorden.
Aparte de la manera imprudente como son conducidos. Circulan despavoridos. Muchas veces sin obedecer las señales. Se detienen donde se les antoja y suenan sus bocinas sin motivo alguno.
Estos vehículos son tan numerosos, que dan la impresión de sobrepasar la cantidad real de usuarios. Existen en demasía. No obstante, jamás rebajan su tarifa.
Los micros y las combis son dedicados al transporte masivo de pasajeros y cumplen su función al pie de la letra. Conducen al público en “masa”.
Jamás busque comodidad en ellos, pues no les interesa como vaya la gente. Apretada, como medio cuerpo fuera y como complemento, acompañado de música estridente emitida a través de parlantes apropiados para animar un matrimonio.
Sin embargo, el colmo del transporte en la mayoría de ciudades del Perú, es el que se realiza en las llamadas combis.
El nombre deriva del alemán Kombi, otorgado a un modelo de camioneta de pasajeros de la marca Wolkswagen.
Originalmente, su capacidad máxima es de ocho personas, pero en nuestro medio la estructura interior ha sido modificada para llevar cerca de veinte.
Sin incluir a los que van de pie, en lo que constituye el colmo del maltrato a una persona que tenga la necesidad de movilizarse en ellos.
No hay ninguna explicación que justifique la razón por la cual las autoridades municipales otorgan autorización para permitir su circulación en esas condiciones de hacinamiento.
El caos se completa por la falta de decisión del ente responsable para establecer, cada cierto tramo, paraderos fijos y obligatorios para todas las unidades.
Por esa razón, los automotores se detienen donde se le ocurre al piloto o usuario. Algo que no sucede en ninguna parte del mundo desarrollado.
La paralización que comentamos al inicio, dejó la ciudad ausente de taxis, micros y combis. ¡Qué envidiable tranquilidad…! ¡Qué apacible sosiego…! ¡Qué paz…!
¿Cuándo se reordenará de verdad el tránsito vehicular en Trujillo…?
¿O habrá que esperar una nueva protesta de los choferes para volver a sentirnos felices de vivir liberados de tanto trastorno…?
Los primeros, que cruzan las vértebras de la ciudad, circularon escasamente dejando amplia libertad al seguro transitar de los peatones.
Nuestra localidad tiene la mala suerte de poseer taxis de todos los colores existentes, lo que de por sí, ya es una muestra de confusión y desorden.
Aparte de la manera imprudente como son conducidos. Circulan despavoridos. Muchas veces sin obedecer las señales. Se detienen donde se les antoja y suenan sus bocinas sin motivo alguno.
Estos vehículos son tan numerosos, que dan la impresión de sobrepasar la cantidad real de usuarios. Existen en demasía. No obstante, jamás rebajan su tarifa.
Los micros y las combis son dedicados al transporte masivo de pasajeros y cumplen su función al pie de la letra. Conducen al público en “masa”.
Jamás busque comodidad en ellos, pues no les interesa como vaya la gente. Apretada, como medio cuerpo fuera y como complemento, acompañado de música estridente emitida a través de parlantes apropiados para animar un matrimonio.
Sin embargo, el colmo del transporte en la mayoría de ciudades del Perú, es el que se realiza en las llamadas combis.
El nombre deriva del alemán Kombi, otorgado a un modelo de camioneta de pasajeros de la marca Wolkswagen.
Originalmente, su capacidad máxima es de ocho personas, pero en nuestro medio la estructura interior ha sido modificada para llevar cerca de veinte.
Sin incluir a los que van de pie, en lo que constituye el colmo del maltrato a una persona que tenga la necesidad de movilizarse en ellos.
No hay ninguna explicación que justifique la razón por la cual las autoridades municipales otorgan autorización para permitir su circulación en esas condiciones de hacinamiento.
El caos se completa por la falta de decisión del ente responsable para establecer, cada cierto tramo, paraderos fijos y obligatorios para todas las unidades.
Por esa razón, los automotores se detienen donde se le ocurre al piloto o usuario. Algo que no sucede en ninguna parte del mundo desarrollado.
La paralización que comentamos al inicio, dejó la ciudad ausente de taxis, micros y combis. ¡Qué envidiable tranquilidad…! ¡Qué apacible sosiego…! ¡Qué paz…!
¿Cuándo se reordenará de verdad el tránsito vehicular en Trujillo…?
¿O habrá que esperar una nueva protesta de los choferes para volver a sentirnos felices de vivir liberados de tanto trastorno…?
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