La selección nacional logró el sexto lugar en el Campeonato Mundial de Vóley de Menores 2009 que se realizó en Tailandia...
Últimamente, nos estábamos acostumbrarnos a trasnochar un poco. Sólo para ver jugar a las chicas del vóley, a través de la televisión, desde la lejana Tailandia.
Es que las jóvenes peruanas mostraban en cada partido, aparte de calidad, gran despliegue de temperamento, ímpetu, coraje y, especialmente, ganas. Aquello que se llama en el Perú: ¡Garra…!
Son apenas unas chiquillas quienes que nos representaron con altura en el Campeonato Mundial de Vóleibol de Menores 2009.
Gozamos y sufrimos conjuntamente con ellas en cada saque, en cada bloqueo, en cada salvada, en cada mate. En las bolas perdidas o no controladas.
En los abrazos y risas, luego del punto conseguido con gran esfuerzo y en los momentos de desesperación, ante un revés.
Su angustia, traducida en palabras y miradas, llegó hasta nosotros que no sabíamos cómo expresarles nuestro aliento a través del espacio que nos separaba.
Quedará para siempre en nuestras retinas esa incondicional entrega que, en ocasiones, exigimos a otros deportistas. Aquella que es fundamental para imponerse y triunfar.
También recordaremos las resonantes victorias obtenidas frente al campeón mundial China y Túnez, campeón de África, Japón y la misma Tailandia, que fue la sede del certamen.
Lo importante es que en Asia se cumplió una destacada actuación, superando con amplitud la campaña de anteriores torneos.
Basta señalar que en la versión previa del evento, hace dos años, el elenco nacional ocupó el décimo-cuarto lugar.
Esta vez logramos ubicarnos entre los seis mejores equipos del mundo en la categoría, lo que evidencia el descollante desempeño de nuestro representativo.
Hace dos semanas, las jóvenes partieron en silencio, pero ilusionadas, con escasa cobertura informativa.
Ahora regresan con la frente en alto, ante el entusiasmo de una afición agradecida, con la experiencia adquirida y la satisfacción de haber cumplido su misión.
Esperamos que continúen en la práctica de la disciplina que más alegrías nos ha brindado y, según su edad, vayan engrosando las filas de los equipos de más peso.
El esfuerzo exhibido en el torneo mundial es el mejor estímulo y debe servir de ejemplo a la nueva generación de deportistas peruanos.
Con dedicación completa, pundonor y mucho corazón, se pueden lograr las metas deseadas. Acaba de ser demostrado por este puñado de niñas.
Es que las jóvenes peruanas mostraban en cada partido, aparte de calidad, gran despliegue de temperamento, ímpetu, coraje y, especialmente, ganas. Aquello que se llama en el Perú: ¡Garra…!
Son apenas unas chiquillas quienes que nos representaron con altura en el Campeonato Mundial de Vóleibol de Menores 2009.
Gozamos y sufrimos conjuntamente con ellas en cada saque, en cada bloqueo, en cada salvada, en cada mate. En las bolas perdidas o no controladas.
En los abrazos y risas, luego del punto conseguido con gran esfuerzo y en los momentos de desesperación, ante un revés.
Su angustia, traducida en palabras y miradas, llegó hasta nosotros que no sabíamos cómo expresarles nuestro aliento a través del espacio que nos separaba.
Quedará para siempre en nuestras retinas esa incondicional entrega que, en ocasiones, exigimos a otros deportistas. Aquella que es fundamental para imponerse y triunfar.
También recordaremos las resonantes victorias obtenidas frente al campeón mundial China y Túnez, campeón de África, Japón y la misma Tailandia, que fue la sede del certamen.
Lo importante es que en Asia se cumplió una destacada actuación, superando con amplitud la campaña de anteriores torneos.
Basta señalar que en la versión previa del evento, hace dos años, el elenco nacional ocupó el décimo-cuarto lugar.
Esta vez logramos ubicarnos entre los seis mejores equipos del mundo en la categoría, lo que evidencia el descollante desempeño de nuestro representativo.
Hace dos semanas, las jóvenes partieron en silencio, pero ilusionadas, con escasa cobertura informativa.
Ahora regresan con la frente en alto, ante el entusiasmo de una afición agradecida, con la experiencia adquirida y la satisfacción de haber cumplido su misión.
Esperamos que continúen en la práctica de la disciplina que más alegrías nos ha brindado y, según su edad, vayan engrosando las filas de los equipos de más peso.
El esfuerzo exhibido en el torneo mundial es el mejor estímulo y debe servir de ejemplo a la nueva generación de deportistas peruanos.
Con dedicación completa, pundonor y mucho corazón, se pueden lograr las metas deseadas. Acaba de ser demostrado por este puñado de niñas.
¡Las chicas del vóley sub 18 se merecen mucho más que un aplauso...!
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