viernes, 17 de julio de 2009

MICKY: ¡CUMPLISTE LA MISIÓN CONFIADA…!


Micky Rospigliosi, a semejanza de su padre, destacó como comentarista deportivo. La muerte pudo más...






En la década del ochenta, cuando el fútbol peruano tenía mayor preponderancia mundial que en la actualidad, surgió un programa deportivo que se impuso a todos.

Gigante Deportivo era su nombre. Se trasmitía por televisión y tenía como conductor a Alfonso “Pocho” Rospigliosi, añejo periodista especializado.

El director poseía una prolongada trayectoria en el análisis, trasmisión y comentario de noticias en todas disciplinas, particularmente, en el fútbol.

No en vano durante varios años había desempeñado el cargo de jefe de la página deportiva del desaparecido vespertino La Tercera del diario La Crónica.

Simultáneamente, mantenía un sintonizado programa conocido como Ovación a través de las ondas de radio El Sol de Lima.

La novedad del trabajo periodístico de Pocho alcanzó su clímax cuando incorporó al equipo a su hijo Micky, siendo aún muy niño.

Era gracioso, y toda una novedad, escuchar la voz del pequeño que, con el criterio de cualquier adulto, se esmeraba al comentar los acontecimientos deportivos.

Además, las trasmisiones lucían un cariz especial, pues se hacían con mucha amenidad, salpicada de ocurrencias, al extremo de convertirlas en un verdadero espectáculo informativo.

La popularidad y eficiencia de los espacios de padre e hijo fue tal que, cuando otro canal emitía un partido de fútbol de la selección peruana, la gente disminuía el sonido y oía “Ovación”.

Los éxitos se mantuvieron durante varios años, para satisfacción del aficionado, hasta que se produjo la muerte de Pocho y Micky tuvo que tomar la posta.

Sin la sombra protectora de su padre, el joven continuó desarrollando con eficiencia la labor acostumbrada fatalmente, más tarde, tuvo que afrontar problemas diversos.

Entre los altibajos, que nunca faltan, en setiembre del año pasado, se le detectó una enfermedad cancerígena que lo llevó al hospital.

Luego de unos meses, abandonó el nosocomio para proseguir el tratamiento en su hogar.

Hace sólo una semana, experimentó una recaída y, ante su pesar, tuvo que regresar.

Esta vez, los galenos señalaron que su dolencia era irreversible. Y algo más triste. Que le quedaba muy poco tiempo.

Micky, con la escasa energía de su debilitado cuerpo, trató de aferrarse a la vida y puso todo su esfuerzo para sobreponerse. Pero, fue imposible. El mal había avanzado demasiado.

La mañana de ayer dejó de existir. Tenía apenas cuarenta y cuatro años. Con su partida desaparece la alegría y atracción de las trasmisiones deportivas que recordaremos siempre.

Micky: Tú sabes que cumpliste la función que te encomendó el Señor en la tierra. Eso basta.

¡Descansa en paz…!

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