La gente rechazó la absurda medida. El presidente, al ser entrevistado por la prensa, con otras palabras, hizo lo mismo.
Ante el reclamo unánime, como para celebrar las fiestas en un ambiente de supuesta tranquilidad, convocaron una reunión el viernes pasado para revisar el acuerdo.
Contra la expectativa general, ratificaron el incremento y, a partir de este mes, cada uno de los parlamentarios ganará más de treinta mil soles.
Entre los integrantes del consejo directivo que decidió mantener el exagerado provecho económico, hubo dos representantes liberteños
La cifra resulta fabulosa si se compara con los setecientos cincuenta soles que cobra un obrero como sueldo mínimo o los setecientos que recibe como pensión un profesor jubilado.
De nada valió la invocación ciudadana a la cordura, ni el llamado a la mesura del primer mandatario. Tampoco, la exteriorización de su vocación a trabajar por el país antes que la ambición por el dinero.
Todo fue en vano. “Si quieren tener un buen congreso, páguenle bien…”, llegó a decir uno de los “afortunados”
Echaron al tacho de basura el axioma que ocupan el cargo por la voluntad popular y que el servicio parlamentario es un honor y de ninguna manera un negocio
Debemos coincidir que el bono de representación constituye un acto irresponsable y una burla al voto ciudadano. Una falta de respeto a la opinión pública.
Con mucha razón el diario español El País califica la impopular actitud legislativa peruana de escandalosa.
Es posible que muchos de los actuales representantes estimen conveniente seguir viviendo varios años más a costa del parlamento y el suculento sueldo.
Así mismo, por los múltiples beneficios que poseen como el pago por viajes aéreos, atención privada de salud y hasta llamadas telefónicas. Todo gratis.
Por esa razón, la ciudadanía desde ahora debe iniciar una campaña contra la reelección, el aumento del número de congresistas y la bicameralidad.
A propósito, anotamos la sabia expresión de Oscar Bernard Shaw, la única persona que gano un premio Nóbel (Literatura 1925) y un Oscar al mejor guión por la película “My Fair”, basada en su novela Pigmalión:
“Los políticos y los pañales se deben cambiar a menudo por muchos motivos…”
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