lunes, 5 de octubre de 2009

LA BASURA DEL CORSO: ¡UNA CUESTIÓN DE EDUCACIÓN…!

Ciudadanos japoneses provistos de bolsas juntan los desperdicios, tal como en su país, en las inmediaciones de la Torre Eiffel, en París, Francia...

La conmemoración más importante de Trujillo es, definitivamente, el Festival Internacional de la Primavera organizado por el Club de Leones, que se celebra durante el mes de octubre.

Este año, el corso de las flores, considerado la principal atracción del evento, se realizó el domingo pasado concitando la atención de miles de personas y turistas nacionales y extranjeros

Como era de esperar, todo resultó espectacular y novedoso.

Al siguiente día, en forma simultánea a las noticias sobre los detalles del desfile, se dio a conocer que el personal del Segat, encargado de la limpieza pública, recolectó en la zona del recorrido veintiocho toneladas de basura. ¡Qué vergüenza…!

Una cantidad apreciable que fue recogida en forma oportuna por el personal edilicio.

La conclusión inmediata que se extrae del informe, es la pésima costumbre de la gente de arrojar los desperdicios en la vía pública, lo que es una evidente muestra de subdesarrollo.

Tal vez el ejemplo de limpieza a nivel mundial esté representado por los japoneses, quienes no sólo se esmeran por asear su propia casa, sino las calles de su vecindario.

Y cuando, como en el desfile primaveral de Trujillo, se trata de un espectáculo popular, llevan bolsas para introducir la basura de lo que consumen.

Aparte que los shakushyo o yacuba, como se les conoce a los municipios provinciales y distritales, disponen de depósitos para arrojar por separado los papeles, vidrios y plásticos.

Lo más interesante de todo esto es que cuando los ciudadanos orientales se trasladan a otros países actúan como si estuvieran en su país.

Queda demostrado en los campeonatos mundiales o torneos de diferentes disciplinas donde asiste el representativo nipón y los aficionados acuden para alentarlo.

En los escenarios deportivos, cuando termina el encuentro, en plena tribuna extraen sus bolsas y empiezan su labor de recolección de los deshechos.

La conciencia medioambiental es incentivada desde los primeros años de la infancia y se prolonga a los estudios primarios, secundarios y superiores, quedando como una norma de conducta individual.

Es común ver los fines de semana a los alumnos provistos de guantes, tenazas y recipientes recogiendo la basura existente en las vías adyacentes a su plantel.

Similar actitud asumen los padres de familia. Al extremo que en Japón no existe servicio de baja policía para barrer las calles.

Únicamente circulan los camiones recolectores de desperdicios que pasan por los distintos lugares de la ciudad según un horario rígido.

Algo más. Sólo lo hacen tres veces por semana y no todos los días como ocurre en el Perú, lo que podría parecer insólito.

¡Todo es cuestión de educación y cultura…!

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