miércoles, 19 de marzo de 2008

EL PRECIO DE LA GUERRA: ¡MUERTE, DOLOR Y PÉRDIDAS...!

Jóvenes soldados en los funerales de un compañero caído en Irak. ¿Cuándo acabarán las guerras y tanto dolor...?
Desde los albores de la humanidad, los hombres se han enfrascado en luchar el uno contra el otro. Más tarde, nación contra nación.

Las razones de esos enfrentamientos han sido múltiples y los pretextos para iniciarlos, muchas veces, ridículos.

Hace cinco años, Estados Unidos se enrumbó en una poco lógica misión de ocupar Irak.

Con motivo del quinto aniversario se revelaron diferentes informes que, además de los datos fríos, dejan múltiples reflexiones.

Desde que empezó esa acción bélica murieron casi cuatro mil soldados norteamericanos.

Simultáneamente, se han suicidado cerca de cuatrocientos cincuenta efectivos destacados en Irak y Afganistán.

En todos los casos, las causas de su fatal determinación son la ansiedad, la depresión y el estrés.

La presión a la que se encuentra sometido un soldado es indescriptible. Igual ocurre con la tensión que se experimenta por estar en la zona de conflicto

A todo ello hay que agregar la angustia propia de los horrores de la batalla, que terminan por vencer la voluntad de los militares.

El informe del departamento médico del ejército también menciona los sucesivos intentos de suicidio y autolesionarse.
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¿Qué se ha ganado hasta ahora…? Nada. Sólo muertes, sufrimiento, aflicción, desconsuelo y cuantiosas pérdidas económicas.

El costo monetario de la guerra, que afecta directamente al erario nacional norteamericano, supera los quinientos mil millones de dólares.

Jóvenes que representaban la esperanza de sus padres y su patria, han truncado su existencia en una confrontación a miles de kilómetros de distancia de sus hogares.

¿Cuántas satisfacciones habrían podido proporcionar estos muchachos…? ¿Cuántos triunfos…? ¿Cuántas alegrías en base a metas logradas…?

Sin embargo, la guerra se interpuso en su camino y acabó con los proyectos, anhelos, promesas y hasta sueños que ellos mismos y sus familiares se forjaron.

Nacer, desarrollar, formarse, para morir prematuramente luchando contra otros seres humanos en un frente de batalla, es la manera más insólita de interrumpir una vida.

Es cierto que hay muchos intereses de por medio, pero debe imponerse el criterio que, sobre todo aquello, está el derecho de las personas a vivir.

Al concluir, una invocación. No más guerras. No más muertes en el conflicto o por acción propia.

No más gastos innecesarios que bien podrían tener mejor aplicación en un mundo lleno de necesidades por doquier como el nuestro.

Terminemos con este absurdo. Con el profundo pesar ocasionado a los parientes y amigos. Evitemos de una vez, por favor, tanto dolor, tristezas y lágrimas…

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