miércoles, 9 de septiembre de 2015

CONGRESO PERUANO: ¡MALGASTA DINERO EN ASESORES…!

Los congresistas deben ser más mesurados en el gasto público...

Existe consenso al calificar que el congreso peruano está desprestigiado. Lo alarmante es que sus miembros no hacen nada por revertir esa vergonzosa apreciación.
             
Es inadmisible que el poder del Estado elegido por la ciudadanía para representarlo en los asuntos de gobierno presente una imagen tan desdibujada.
             
Desconcierta que algunos parlamentarios, en lugar de desempeñarse guardando la compostura que el cargo les exige, terminen ofreciendo una equivocada faceta.
             
Lamentamos de veras que no sepan utilizar correctamente el dinero que, con su esfuerzo diario y permanente, les entrega el pueblo a través de los impuestos.
             
Así lo demuestra el reciente informe de un periódico limeño sobre el incremento del denominado Módulo Adicional de Apoyo al Trabajo.
             
Su objetivo es contratar personal “fuera de los módulos previstos por las normas internas  y de manera excepcional”.  Una expresión que se presta a diversas interpretaciones.
             
Fue creado el 2010 para justificar la contratación de profesionales en el Parlamento Amazónico conformado por diez legisladores.
             
Sobre esa base, al año siguiente se contrató a veintiún asesores con sueldos que oscilan entre  los tres mil y once mil soles.
             
Al inicio del gobierno de Ollanta Humala fueron incorporadas más personas y se terminó el año con treintaicinco asesores.
             
El 2013, continuó la fiebre. En julio ya sumaban cuarentainueve y algunos ganaban hasta trece mil novecientos soles. Casi como el presidente.
             
Ese mismo ritmo ascendente se mantuvo sostenido al extremo que en junio pasado las estadísticas revelan un total de noventaicinco asesores.
              
Lo real es que durante los últimos años se  desembolsaron más de dieciséis millones de soles para pagarles sus remuneraciones.
             
Este tubo de escape del dinero público obedece a que el 2002, durante el gobierno de Alejandro Toledo, se facultó a los políticos administrar parte del servicio parlamentario que incluye al módulo de contrataciones, entre otros.
             
La situación se agrava porque esta área carece de justificación orgánica y, peor aún, de fiscalización adecuada. Es allí donde radica el problema.
            
¿Es realmente necesario el personal contratado…? ¿La labor que desempeñan justifica sus elevadas remuneraciones…?
             
¿Cree usted que si el sueldo que se les paga saliera del bolsillo de los legisladores sería lo mismo…?
             
Claro que no. Ellos actúan así porque no les cuesta nada y, posiblemente, sirve para favorecer a sus conocidos.
             
Una pregunta final. ¿Se imaginan las obras que podrían haberse realizado con la partida invertida en dichos asesores…?
             
Este caso de los módulos de empleo, otorgados tan alegremente, motiva una revisión integral para fijar límites, un mayor control o su eliminación inmediata.
             
Es imperioso tener más mesura. El dinero del pueblo, que eligió a los congresistas, no merece ser malgastado tan fácilmente…                 

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